junio2018

Concha

La ola que siempre regresa,
sal que corrompe la química,
la corriente que te arrastra.

La piedra que se desmorona en arena
se transforma en monte y playa.

Fui simple animal acuático,
siempre pegado a una roca
soportando los embates de la espuma.

El tiempo pasa despacio
nadando en mares de dudas.

¡Tanta duda y un solo mar!
¡Tantas palabras y una sola abertura!

Soy un animal acuático, un animal
pegado a una hendidura antigua,
soportando los embates húmedos
de las mentiras y la media verdad.

El tiempo pasa de prisa
cuando las olas siempre regresan
y las rocas se desmoronan
y te escuece en los ojos la sal.

Yo soy un animal acuático constante,
pensativo y visceral,
soy el origen del mundo.

Nada me da más miedo
que los granos de arena
y los vasos de agua

Con mi letra

Pudo escribirlo cualquiera,
nadie hay que sirva de testigo.

Ninguna prueba, ningún indicio
más allá de una vaga sensación
de familiaridad.

Y entonces, cuando el tiempo
esté cancelando sus residuos,
cuando tiemblen en las manos
los recuerdos escritos
y miremos atrás
-quien sabe por qué lejana extrañeza-
quiero que leas la certeza,
que sucedió, que existimos,
que estos versos piensan en ti
y que están escritos con mi letra.

Palabras

Voy a pronunciar «amor»,
por si luego no puedo,
por si luego
alguna ceniza densa me asfixia,
por si luego
tengo la lengua repleta de espinas.

Y voy a pronunciar «vida»,
por si luego no puedo,
por si luego
el corazón se me estriñe y los días
venideros
me pasan por encima como losas
de marfil
o se me rompe durante un instante
la memoria
de lo que no pudo ser verdadero.

Quiero pronunciar «siempre»,
aun sabiendo que siempre es mentira,
por si luego no puedo,
por si luego
no es luego sino nunca,
por si luego
lo que quede de mí sea una cobardía
tendida a la intemperie.

Voy a gritar «ven conmigo»,
por si luego no puedo,
por si luego
mi voz no sabe cubrir la distancia
por si luego
me atrapa el huracán de los teléfonos.

Y voy a pronunciar «lágrima»,
por si luego no puedo,
por si luego no sé
pronunciarla
por si luego
quedan muchos nudos que deshacer
y se nos atragantan.

Inflexión

De todos los allí devorados por el tiempo
en los que alguna vez estuve vivo,
ahora me siento al otro lado.

Los voy mirando despacio, tranquilo,
enfrentándome al salto,
acusando el vacío agudo y pequeño,
este ciclón del vértigo
de solo haber vivido
aquello que consigo revivir.

Como el niño despojado a punta de reloj
de la tarde de juegos en el parque
que ve, por un instante,
a través de la ventana de casa,
el bullir de otros niños
que continuan jugando como si él
no hubiera estado nunca,
lánguidamente entiendo
que recordar es hacer un recuento
de todo lo perdí sin remisión.

Soy aquello que se me ha ido,
la empedernida colección de nadas
que tengo esparcida por los cajones,
la ambigua retahíla
de todo eso que recuerdo que fui
y que es mentira.

Pintura

He borrado las señales evidentes,
los errores plasmados, la vida escrita
entre desconchones sobre la pared.

Se han ido las huellas de todos los roces,
las marcas del tránsito por los pasillos,
los agujeros torpes y equivocados
que tapaban los cuadros con su color.

He pintado el pasado de blanco roto
porque, al cambiar por otro tono la luz
que entra sinuosa por la ventana abierta,
las historias contenidas en el polvo
se disuelven lentamente hacia el pasado
como si escribir encima de lo escrito
pudiera esconder trozos de la memoria
de un corazón, de una vida o de un papel.

Y si tengo el corazón vacío, la vida
estéril y mi papel emblanquecido,
si vivo contenido en estas paredes
que le gritan a la ausencia con colores
Si todas las paredes del mundo hablaran,
estas cuatro paredes tuyas y mías
no sabrían qué más decirte.

Orgasmo

Que me entornes los párpados,
que me tiemble la voz y se me salga
el corazón rendido.

Que tu pecho sean gotas,
que tu espalda luche contra mis dedos,
que tu piel sea el camino.

Y cuando se nos enmarañen las piernas
alrededor de los pies fríos,
cuando nos hayamos quitado de encima
este silencio infinito,
cuando estemos tan en el centro y tan cerca
que no queramos saber
si el mundo continua existiendo ahí fuera,
más alla de nosotros mismos,

quiero que me arropes
en mitad de un suspiro,
que me cuelgues en el filo
del terremoto que me rompe,
que me abras de par en par los ojos
y detengas el tiempo en ese instante.

Para darme un sitio donde guarecerme
cuando, como ocurre ahora,
ya sea demasiado tarde y sólo pueda
buscarte entre los escombros
de una memoria que en mis manos mantiene
tu forma exacta.

Sé que llego tarde

Pérdoname que siempre llegue tarde,
pero es que mí todo me llega tarde.

Por más prisa que me doy en alcanzarte,
aunque adelante el reloj y me coma
todas las curvas de la carretera,
cuando al fin te tengo a tiro de piedra,
tú llegaste mucho antes, sin demora,
sentada allí hace un tiempo incalculable.

Es la gran estafa de los adverbios.

No puedo salir de aquí, estoy atrapado;
allá donde vaya, siempre me llevo.

Pero tú, sin embargo,
por milimétrico que sea el espacio
desde donde nos vemos,
aunque te muevas suave y muy despacio,
permaneces allí, luego, a lo lejos.

No puedes estarte quieta, lo sé,
los días en tu cabeza siempre bullen
cruzando ls semanas hasta el viernes,
aprovechando el tiempo que no tienes.

Y yo quieto, tan callado, tan lunes.

Para eso necesito
el horizonte, la utopía, a ti.

Para saber completamente a tiempo
a donde llego tarde.

Te llegaré tarde, ya lo sé, es cierto.

Y también es cierto que tú lo sabes.

Pero tal vez no sabes
que mi amor es urgente,
que te quiero temprano,
pronto, ahora,
en este acto.