agosto2020

Torcido

Torcido

Tengo el dedo gordo de cada pie
ligeramente inclinado hacia fuera,
la raya de mi pelo partidaria de lo ancho,
los dedos de las manos
algo escorados hacia la torpeza.

Todo en mí está torcido, un poco, ligeramente,
aun lo suficiente para impedirme
enderezar los pasos que voy dando
en este viejo camino empinado y propenso
a crecer con traspiés.

Ni siquiera consigo mantener
el corazón completamente izquierdo,
porque si me descuido solo un poco,
se tuerce hacia las flores,
hacia el trigo,
hacia lo más profundo de un secreto
que ya no es.

Tengo que tirar con todas mis fuerzas,
entonces, arrastrarlo
para que no se me detenga en ese recodo
del que se hizo tan firme partidario
y se venga conmigo.

No lo maltrato por gusto, le tengo cariño,
sino por lo largo que es el camino que queda,
porque quisiera necesitarlo ya, todavía,
pero esta maldita víscera es muy testaruda
y me sigue palpitando torcida,
inclinada
hacia la vieja costumbre adquirida
cuando nada era todo,
cuando todo era siempre,
de latir lentamente al oído de alguien
que pone su cabeza en mi pecho
y se duerme.

Líneas

Lineas (1)

Si es que todo está escrito,
este párrafo ya no es el primero,
sino el próximo,
la mancha de una tinta
envejeciendo en renglones torcidos
hasta convertirse, ahora, todavía,
en su propio pasado.

Si es que todo está escrito,
mi palabra no es la última,
sino la anterior al espacio en blanco
que distingue
unos significados vacíos de otros,
que separa
mi sola respiración contenida
de un suspiro.

Y si es verdad que todo
está escrito y que las palabras tiemblan,
rayan un porvenir,
dime qué lees en las líneas
de esta mano extendida
con la que te escribí todas las cosas,
ahora lo comprendo,
que no supe escribirte.

No se lleva eso de tener memoria,
vivimos al final de cada frase
olvidando el principio,
cada palabra es la última frontera,
la posterior línea que nos separa
del largo silencio sobrevenido.

Vivimos presos en lo más reciente
olvidando a su suerte lo anterior
desvaneciéndose como se pierde
todo anillo que naufraga en el mar,
la mirada furtiva entre la gente,
aquel roce inexacto por debajo
de una mesa repleta
de espumas y testigos.

Y todo se sigue quedando atrás,
lo nuevo nos empuja hacia delante
como firme traición
que nos deja sin nada
-la misma nada que nunca tuvimos-,
vivimos enmarañando los planes,
la memoria se ha pasado de moda,
nos devora el impulso hacia delante
y lo que nos queda está por venir.

Salvo la duda inmensa
de si es cierto que aun está por venir
todo lo que nos queda
o ya vino hace tiempo
aunque no supimos darnos cuenta.

Y tal vez sea por eso
que la memoria ha quedado obsoleta,
que he pasado de moda.