marzo2023

Dedicatoria

Instanteca no supo salir cuerdo de aquel maravilloso y trágico laberinto que había construido con las palabras imposibles y sus iniciales. Y más tarde, de cuando estuvimos locos heredamos la sensación de que la vida es insomnio y viceversa.

Siempre agradeceré la suerte de encontrar palabras que decirte al oído, de encontrar en las películas alguna mentira que te fascine, a pesar de que ya nada consiga fascinarnos al oído.

Como te iba diciendo, quizá te suene a palabras de otro aquel diálogo interminable del que todavía nos quedan, cuatro veces al año, algunas gominolas que llevarse a la boca y cosas que se guardan en un cajón después de un café o de una playa.

Entre la oficina y la noche que viene, otro año más que te regalo palabras; aunque ya no son mías sino de otros, de otras: aquellas que te dije en esta zona de luz apenas que nos queda y que no quiero dejar que se apague.

Silencio ii

El silencio
es un niño que busca flores secas
en el centro de un jardín forastero.

El silencio
está dentro del jardín,
huele en las flores secas,
reverbera en la búsqueda
y abre ojos de niño en la penumbra.

Se bambolea
con un lapso de blanca
al final de cada respuesta tibia.

Pasa un ángel, se dice,
pero solo es el viento
que ocupa su sitio
en todas las conversaciones rotas.

El silencio está en llamas,
la senda al rojo vivo
que hay que cruzar descalzo,
el silencio es la verja
que separa palabras
que nunca nos dijimos.

El silencio es una cierta ventana
que una vez que se abre
ya nunca más se cierra.