Ando prudentemente callado
y cuando por fin hablo,
después de este silencio
que tanto me embarga,
todos se han mudado al siguiente tema,
al último comentario
de otro turno de palabra.

Ando perdido sin saber
de donde vengo a estas horas.

Ni sé que horas son estas de venir
sin llegar a ninguna parte.

Ando esperando
sin saber lo que tengo que esperar
y nunca sé cuando dejar
de ser paciente y jugar a los médicos.

Ando y mi trayectoria se retuerce
por los mismos caminos estrechos en los que fui dejando las cruces
de mis mapas del tesoro,
que resulta que no son sino las bruces
de mis tropiezos.

Ando, no sé, distraído tal vez,
y por eso no distingo
el éxito del fracaso,
la causa del efecto,
la verdad de la opinión… Ando tal vez distraído
y por eso no distingo
entre el amor verdadero
y los emojis del whatsapp.

Ando convencido de que te olvidarás de mis palabras
y de mí
en cuanto termines de leer estas líneas y la vida te empuje al momento siguiente, a la preocupación próxima, a la nueva decepción que asoma a la vuelta de la esquina.

Pero, aún así,
ando moderadamente contento, que es como andar moderadamente triste, moderadamente incrédulo, moderadamente esperanzado, moderadamente nada…

Ando de puntillas por los días venideros y, con todas esas dolamas,
una vez digeridas y superadas,
estoy llenando la mar de pelillos
porque conozco bien el secreto.

Porque conozco muy bien el secreto:
el caso es andar.

El caso es andar y por eso, para este año nuevo, te deseo paisajes inmensos que recorrer, destinos amables que explorar, hermosas veredas que transitar.

Te deseo caminos sinuosos por los que vagar en espiral, amplios bulevares por los que circular deprisa y sendas estrechas por las que pasear detenidamente.

Que este año próximo no deje de ofrecerte trayectos, encrucijadas, atajos en los que perderse, encontrarse, reconocerse, devenir… Viajes que hacer con tacones y senderos para recorrer descalza.

Te deseo rutas traviesas, singladuras emocionantes, pasarelas sofisticadas. Un callejero nuevo que te entusiasme, aunque algunas veces te entrecorte la respiración.

El caso es andar. Y, por eso, también deseo, para este año que viene, en esta trayectoria invisible y sinuosa que deambula de tu corazón al mío, que quieras compartir algunos de tus pasos conmigo.

Pasos de baile, de cine, de vino. Pasos vestidos o desnudos, pasos de arena o de sofá, pasos de beso o de mordisco. Pasos de risa, pasos de llanto, pasos para respirar. Pasos complicados o sencillos, pasos nuevos o antiguos, pasos ágiles y pasos torpes y pasos con equilibrio de escalón.

Porque el caso es andar, sí… pero mejor contigo.