Pudo escribirlo cualquiera,
nadie hay que sirva de testigo.
Ninguna prueba, ningún indicio
más allá de una vaga sensación
de familiaridad.
Y entonces, cuando el tiempo
esté cancelando sus residuos,
cuando tiemblen en las manos
los recuerdos escritos
y miremos atrás
-quien sabe por qué lejana extrañeza-
quiero que leas la certeza,
que sucedió, que existimos,
que estos versos piensan en ti
y que están escritos con mi letra.
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