Entre risas, lágrimas y palabras
estallando con la ferocidad
de ácidas margaritas deshojándose,
actos torpes, desamor cotidiano
escanciado en platos de sopa tibia,
la televisión que aplasta películas,
un cuerpo extraño que se agita frío
y surge de entre las sábanas rotas,
los lunes cortándome en rebanadas,
quizás algún mensaje
de buenos días.
La felicidad dura lo que tarda
en volver el silencio,
la última frontera, el quicio afilado
de una puerta que nadie sabe nunca
si seguirá entornada.
La frecuencia de mi corazón
cambia por las noches.Puedo sentir en el pecho
su marcha forzada,
su prisa por cumplir
con el resto de latidos
que le quedan.Mi pulso se acelera
cuando la luz del día se ha ido:
me aterra sentir el filo de la noche
en la vena más ancha de mi cuello.En la oscuridad de la casa
mi corazón se vuelve mar picado,
golpea por dentro con la fuerza de una ola.(Daniel Miranda Terrés)
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