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Esta piel que define mi silueta

ha sido fiel compañera a lo largo

de tantos días de tiempo espumoso.

Lienzo y pluma

de esta corta aventura

en la que reconozco

huellas y cicatrices,

esta piel, que ha definido mi vida,

desde un tiempo a esta parte

solo es ropa prestada.

Dejó poco a poco de ser mi cómplice

traicionándome,

alejándome del mundo a milímetros,

lanzándome una colección de arrugas

asimétricas.

Crece su crueldad, noto

que reacciona furiosa

con enrojecimientos diferentes,

alterando el mapa de mis lunares

por el de un pergamino tenebroso,

amoratando marcas de una lluvia

que me salpica entero.

Ha saboteado el remolino eléctrico

y me lanza picores imposibles

sobre esos lugares a los que ya

no alcanza mi esqueleto.

Arrasa, armada de un corcho impasible,

la seda que aún contienen tus cabellos,

la calidez tierna de tus mejillas

y el terciopelo firme de tus senos.

Por mucho que lo intento

no acierto a recordar la ofensa que hice

para ahora ser su peor enemigo.

Sospechaba en los otros lo que hoy sé

por mí mismo:

que la piel no perdona,;div,4;