Lineas (1)

Si es que todo está escrito,
este párrafo ya no es el primero,
sino el próximo,
la mancha de una tinta
envejeciendo en renglones torcidos
hasta convertirse, ahora, todavía,
en su propio pasado.

Si es que todo está escrito,
mi palabra no es la última,
sino la anterior al espacio en blanco
que distingue
unos significados vacíos de otros,
que separa
mi sola respiración contenida
de un suspiro.

Y si es verdad que todo
está escrito y que las palabras tiemblan,
rayan un porvenir,
dime qué lees en las líneas
de esta mano extendida
con la que te escribí todas las cosas,
ahora lo comprendo,
que no supe escribirte.

No se lleva eso de tener memoria,
vivimos al final de cada frase
olvidando el principio,
cada palabra es la última frontera,
la posterior línea que nos separa
del largo silencio sobrevenido.

Vivimos presos en lo más reciente
olvidando a su suerte lo anterior
desvaneciéndose como se pierde
todo anillo que naufraga en el mar,
la mirada furtiva entre la gente,
aquel roce inexacto por debajo
de una mesa repleta
de espumas y testigos.

Y todo se sigue quedando atrás,
lo nuevo nos empuja hacia delante
como firme traición
que nos deja sin nada
-la misma nada que nunca tuvimos-,
vivimos enmarañando los planes,
la memoria se ha pasado de moda,
nos devora el impulso hacia delante
y lo que nos queda está por venir.

Salvo la duda inmensa
de si es cierto que aun está por venir
todo lo que nos queda
o ya vino hace tiempo
aunque no supimos darnos cuenta.

Y tal vez sea por eso
que la memoria ha quedado obsoleta,
que he pasado de moda.