Poemas anversos (Página 1 de 6)

Un pequeño juego de palabras entre español e inglés (poems and verses) da título a este espacio en el que exploro nuevas fórmulas expresivas. Sobre temas diversos y no relacionados entre sí, este es mi sitio para experimentar. Hay borradores, versiones diferentes y puros apuntes sobre los que más adelante gestar nuevos poemas. Es lo que tienen las trastiendas: trastos llenos de polvo, estanterías inexplicables y, quién sabe, algún tesoro.

Matemáticas

Sin más formulación indescifrable
que un destello fugaz en la oscuridad de la noche
sobrevive en nosotros la esperanza
de que las matemáticas sean para siempre:
que los diversos absurdos infinitos
no nos tiendan hacia un límite esquivo,
que las proporciones áureas de tus senos
descansen asíntotas sobre mis vértices
manteniendo el delicado equilibrio
de un álgebra de gemidos complejos.

Que la vida nos resulte sobreyectiva,
que el corazón defina una integral compacta
y que Fibonacci persiga mi piel con tus dedos.

Que el tiempo no nos proclame disjuntos,
que sean para siempre las matemáticas,
que el dos no se agote en uno más humo.

Secreto

Ando prudentemente callado
y cuando por fin hablo,
después de este silencio
que tanto me embarga,
todos se han mudado al siguiente tema,
al último comentario
de otro turno de palabra.

Ando perdido sin saber
de donde vengo a estas horas.

Ni sé que horas son estas de venir
sin llegar a ninguna parte.

Ando esperando
sin saber lo que tengo que esperar
y nunca sé cuando dejar
de ser paciente y jugar a los médicos.

Ando y mi trayectoria se retuerce
por los mismos caminos estrechos en los que fui dejando las cruces
de mis mapas del tesoro,
que resulta que no son sino las bruces
de mis tropiezos.

Ando, no sé, distraído tal vez,
y por eso no distingo
el éxito del fracaso,
la causa del efecto,
la verdad de la opinión… Ando tal vez distraído
y por eso no distingo
entre el amor verdadero
y los emojis del whatsapp.

Ando convencido de que te olvidarás de mis palabras
y de mí
en cuanto termines de leer estas líneas y la vida te empuje al momento siguiente, a la preocupación próxima, a la nueva decepción que asoma a la vuelta de la esquina.

Pero, aún así,
ando moderadamente contento, que es como andar moderadamente triste, moderadamente incrédulo, moderadamente esperanzado, moderadamente nada…

Ando de puntillas por los días venideros y, con todas esas dolamas,
una vez digeridas y superadas,
estoy llenando la mar de pelillos
porque conozco bien el secreto.

Porque conozco muy bien el secreto:
el caso es andar.

El caso es andar y por eso, para este año nuevo, te deseo paisajes inmensos que recorrer, destinos amables que explorar, hermosas veredas que transitar.

Te deseo caminos sinuosos por los que vagar en espiral, amplios bulevares por los que circular deprisa y sendas estrechas por las que pasear detenidamente.

Que este año próximo no deje de ofrecerte trayectos, encrucijadas, atajos en los que perderse, encontrarse, reconocerse, devenir… Viajes que hacer con tacones y senderos para recorrer descalza.

Te deseo rutas traviesas, singladuras emocionantes, pasarelas sofisticadas. Un callejero nuevo que te entusiasme, aunque algunas veces te entrecorte la respiración.

El caso es andar. Y, por eso, también deseo, para este año que viene, en esta trayectoria invisible y sinuosa que deambula de tu corazón al mío, que quieras compartir algunos de tus pasos conmigo.

Pasos de baile, de cine, de vino. Pasos vestidos o desnudos, pasos de arena o de sofá, pasos de beso o de mordisco. Pasos de risa, pasos de llanto, pasos para respirar. Pasos complicados o sencillos, pasos nuevos o antiguos, pasos ágiles y pasos torpes y pasos con equilibrio de escalón.

Porque el caso es andar, sí… pero mejor contigo.

Quizá unas alas

Se le van cayendo sílabas a los días,
cada vez más fugaces, las palabras,
el silencio se vuelve un mar embravecido,
y sólo lo que nos falta
evita el naufragio de lo impasible.

Un niño parte hacia la vida,
impulsado por los huecos,
desear lo que no te desea,
el desencuentro tendido en el mar
que apenas dura un instante.

Es difícil renunciar a la nada,
cuando sabemos que un abrazo nos recarga.

Quizá unas alas como camino,
quizá un reflejo como espada,
tal vez una oscuridad como contorno.

Soñamos con lindes de terciopelo,
allende la ternura, para un corazón ingrávido
que va quemando siluetas
mientras entonamos la noche
sostenida de sol.

Quizá unas alas como herrumbre,
un niño parte hacia la vida
vacía de palabras, las manos turbadoras
arrancan eucaliptos en otro paisaje,
posan para otra cámara aquellos ojos.

Quizá un reflejo como noche,
quizá un paisaje como despojo,
quizá una ausencia como invierno.

El niño siempre parte hacia la vida
igual que el gris del pensamiento,
gritando a golondrinas que no vuelven.

Desear a quien no te desea,
turgentemente,
quizá una fuente como destello.

Buscar a quien nunca se encuentra,
turbulentamente,
quizá un pájaro como espejo.

Un niño parte hacia la vida
con un hombre sediento de espera,
con un viejo ardiendo
en palabras incombustibles.

Se le siguen cayendo sílabas a los días.

Quizá unas alas…

Torcido

Torcido

Tengo el dedo gordo de cada pie
ligeramente inclinado hacia fuera,
la raya de mi pelo partidaria de lo ancho,
los dedos de las manos
algo escorados hacia la torpeza.

Todo en mí está torcido, un poco, ligeramente,
aun lo suficiente para impedirme
enderezar los pasos que voy dando
en este viejo camino empinado y propenso
a crecer con traspiés.

Ni siquiera consigo mantener
el corazón completamente izquierdo,
porque si me descuido solo un poco,
se tuerce hacia las flores,
hacia el trigo,
hacia lo más profundo de un secreto
que ya no es.

Tengo que tirar con todas mis fuerzas,
entonces, arrastrarlo
para que no se me detenga en ese recodo
del que se hizo tan firme partidario
y se venga conmigo.

No lo maltrato por gusto, le tengo cariño,
sino por lo largo que es el camino que queda,
porque quisiera necesitarlo ya, todavía,
pero esta maldita víscera es muy testaruda
y me sigue palpitando torcida,
inclinada
hacia la vieja costumbre adquirida
cuando nada era todo,
cuando todo era siempre,
de latir lentamente al oído de alguien
que pone su cabeza en mi pecho
y se duerme.

Líneas

Lineas (1)

Si es que todo está escrito,
este párrafo ya no es el primero,
sino el próximo,
la mancha de una tinta
envejeciendo en renglones torcidos
hasta convertirse, ahora, todavía,
en su propio pasado.

Si es que todo está escrito,
mi palabra no es la última,
sino la anterior al espacio en blanco
que distingue
unos significados vacíos de otros,
que separa
mi sola respiración contenida
de un suspiro.

Y si es verdad que todo
está escrito y que las palabras tiemblan,
rayan un porvenir,
dime qué lees en las líneas
de esta mano extendida
con la que te escribí todas las cosas,
ahora lo comprendo,
que no supe escribirte.

No se lleva eso de tener memoria,
vivimos al final de cada frase
olvidando el principio,
cada palabra es la última frontera,
la posterior línea que nos separa
del largo silencio sobrevenido.

Vivimos presos en lo más reciente
olvidando a su suerte lo anterior
desvaneciéndose como se pierde
todo anillo que naufraga en el mar,
la mirada furtiva entre la gente,
aquel roce inexacto por debajo
de una mesa repleta
de espumas y testigos.

Y todo se sigue quedando atrás,
lo nuevo nos empuja hacia delante
como firme traición
que nos deja sin nada
-la misma nada que nunca tuvimos-,
vivimos enmarañando los planes,
la memoria se ha pasado de moda,
nos devora el impulso hacia delante
y lo que nos queda está por venir.

Salvo la duda inmensa
de si es cierto que aun está por venir
todo lo que nos queda
o ya vino hace tiempo
aunque no supimos darnos cuenta.

Y tal vez sea por eso
que la memoria ha quedado obsoleta,
que he pasado de moda.

Desde abajo

«(Francisco Pérez)

mirándome a los ojos.

para llegar al final este poema
girar en contra de las manecillas,
escribir desde el fondo hasta la forma,
Desde abajo hasta arriba,
que lo imprecisa todo.

esa estricta sintaxis del mensaje
para desacompasar a mi antojo
en el orden contrario
Aprender a escribir
que encadena los versos.

el sutil equilibro
al tiempo que se va desordenando
del asunto
desechando toda la gravedad
desde abajo hasta arriba,
Empezar a escribir

DESDE ABAJO»

Pareciera

Pareciera
que, en esta vida, aquello
que no quema
es que no está encendido,
que lo que no brilla por un instante
no tiene luz.

todo lo repetido
pesa profundamente sobre los corazones,

Poner en pie el olvido y la palabra

esperas que el tiempo desangre lo nombrado
que el cuerpo resista los golpes de la ausencia
que la vida continue más allá de las palabras
que el porvenir sea el próximo autobús
que la rabia no sea tu parada.

el dinero nos cuesta más de lo que vale

que la vida nos proteja de lo que los demás buscan en nosotros

Para terminar

Que no se diga más que tú
Que no se diga más que yo
Que no se diga más
que nosotros
que dijimos
que cosas
que matamos
que al otro

que para terminar
que mutuamente
que nos callamos.

Francisco Martinovich

En plena noche

También en plena noche
la nieve
se derrite blanca

y la lluvia
cae
sin perder su transparencia.

Es ella, la noche,
la que nos libra de los reflejos,

la que nos expande
las pupilas.

Lo que busca con su bastón
el ciego es la luz, no el camino.

Hugo Mujica

Orillas

Afuera ladra un perro

a una sombra, a su eco
o a la luna
para hacer menos cruel la distancia.

Siempre es para huir que cerramos
una puerta,
es desierto la desnudez que no es promesa

la lejanía
de estar cerca sin tocarse
como bordes de la misma herida.

Adentro no cabe adentro,

no son mis ojos
los que pueden mirarme a los ojos,
son siempre los labios de otro
los que me anuncian mi nombre.

Hugo Mujica

Cruce

Debimos tomar aquel cruce,
ahora, tan lejos, ya nadie lo duda,
y continuar por el recodo estrecho
sin mirar atrás.

En las arrugas del mapa mal doblado
que aun conservo en un cajón
de la mesilla
estaba señalado el recorrido exacto,
los pasos previstos,
las paradas convenientes.

Debimos tomar el primer cruce.

Pero ocurre que siempre se nos pasa
y hay que recalcular la ruta,
y abandonarse
a la geografía retorcida del asfalto
sin pisar las rayas continuas,
y repostar
tiempo líquido y sin plomo
en lugares inhóspitos de la memoria
o en las salas solitarias de los cines.

Debimos tomar el primer cruce,
girar hacia el porvenir
por la ruta más áspera,
resistir la tormenta de polvo
y desangelarnos bajo la lluvia interior.

Debimos tomar el primer cruce,
pero siempre se nos pasa el primero
y, me temo, que también el segundo,
hasta que ya todo es mirar de lejos
y de uno en uno.

O tal vez fue mejor seguir recto,
separarnos lenta y tenazmente
del trayecto que quisiera seguir el otro
y llegar solos a destinos diferentes
que, vistos así, desde estos versos,
se parecen demasiado.

Seguramente,
debimos tomar el primer cruce.

Ahora ya solo nos queda
fabular otro viaje y otro mapa,
soñar despiertos con un nuevo cruce
que nos lleve juntos, de vuelta,
a donde nunca estuvimos.

Pero ocurre que siempre
se nos pasa el primer cruce.

Y, me temo,
que también el segundo.

Somnífero

Porque mis sueños tienen
dos lados y tú siempre
habitas en el otro,
porque mis manos cuando
aprietan carne nunca
se encuentran con la tuya.

Porque mis sueños tienen
los pies fríos y no encuentro
forma de calentarlos,
porque mis sueños tienen
dos pieles que se deslían
en diferentes sábanas.

Porque mis sueños tienen
dos sexos derramándose
en camas separadas,
dos labios esparcidos
entre besos disjuntos,
dos gargantas resecas
por el mismo gemido.

Porque mis sueños tienen
dos lados contrapuestos:
un orgasmo o este insomnio.

Pero tú siempre habitas en el otro.

Ibuprofeno

Para cada dolor una pastilla.

Hay dolores azules
y pesadumbres blancas,
molestias comprimidas de colores,
sinsabores redondos
o angustias alargadas.

Pero no todas valen para todo.

Ni nos quitan el miedo
a tener que tomarlas,
ni aplazan el firme paso del tiempo,
ni restituyen nuestros sueños rotos.

En la mesilla guardo
los antinflamatorios.

Aunque algunas veces cuando me llegan
esas noches terribles
en que la memoria me duele por todo el cuerpo,
no me sirven, tampoco.

Acecha dentro de cada pastilla
un dolor venidero
que nunca sabemos si será el último.

Ojalá yo supiera
escribir endorfinas en un poema,
llenarlo de triptófano,
para tomárselo tres veces al día.

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