Cosas que se guardan (Página 2 de 5)

A propósito de la memoria y de la propia identidad, escribí estos poemas como quien, buscando otra cosa, encuentra en el fondo de un cajón, objetos que le evocan las huellas de una vida que, probablemente, como todas las vidas, no es sino imaginaria. Y descubrí que por detrás de esos objetos aún se percibe esa vida que ya no es la vida, pero que nos ha traído hasta aquí.

Perfume

Desde detrás de la puerta
has llegado intensamente tangible
en tu envoltorio de piel y saliva,
elevando la temperatura de la esquina
en la que nos abrazamos.

Confieso que he confundido
tu lengua con la mía, que la geografía
de tu pecho se ha desdoblado en mis dedos
y que he reconocido
ese silencio de bocas juntas
que se dispersa sobre mí como gotas de vida.

¡Qué pronto te acabas!
Entre tanta confusión de aliento y caricias,
el otro mundo, ese que siempre limita al norte
con un cierto rumor de muchedumbre,
me ha desvestido de ti frente al espejo
y con una ráfaga de prisa
se ha llevado tus labios hacia el futuro
que nunca llega.

Tu olor es una mentira piadosa
que expande mi agradecimiento,
tu perfume es una falsedad necesaria,
un engaño al que deberle el consuelo y la mentira
de creer en la certeza de lo vivido.

¡Pero qué pronto te acabas!
Con qué rapidez te deshaces el cuerpo
en partículas de memoria,
qué deprisa te esfumas en el aire
y, sin embargo,
cuánto me cuesta salir de tu aroma
lentamente
hacia la soledad de la tarde.

Ebullición

¿Cuántas veces tiene
que repetirse un sueño
para que suceda?
No sé,
nunca he sabido,
sigo sin saberlo,
si la energía y el deseo
que se entregan a los sueños
pueden, de alguna manera,
modificar la realidad
y sustituirla por otra.

Ella está de espaldas
y, al poner mi mano en su hombro,
se gira y me abraza.
Su cabeza se reclina en mi pecho
y entre todos los brazos
surge un ocho, el infinito.

En cada borbotón
estamos más cerca;
en cada ruido que prorrumpe,
la respiración se acompasa;
en cada pompa que salta
se difuminan en el contacto
los límites de los cuerpos.
El universo toma su temperatura
y el paisaje se aleja
hasta desaparecer.

Ninguno de los dos dice nada
y la vida parece un soplo,
un aliento que roza las caras
y no hay nada que decir.

Entretanto, hierve el agua.

¿Cuántas veces tiene
que repetirse un sueño
para que suceda?
No sé, nunca he sabido,
sigo sin saber.
Pero he descubierto contigo
que hay cosas que
con una sola vez que sucedan
se repiten para siempre
en los sueños.

Y cada vez que hierve el agua.

Con mi letra

Pudo escribirlo cualquiera,
nadie hay que sirva de testigo.

Ninguna prueba, ningún indicio
más allá de una vaga sensación
de familiaridad.

Y entonces, cuando el tiempo
esté cancelando sus residuos,
cuando tiemblen en las manos
los recuerdos escritos
y miremos atrás
-quien sabe por qué lejana extrañeza-
quiero que leas la certeza,
que sucedió, que existimos,
que estos versos piensan en ti
y que están escritos con mi letra.

Concha

La ola que siempre regresa,
sal que corrompe la química,
la corriente que te arrastra.

La piedra que se desmorona en arena
se transforma en monte y playa.

Fui simple animal acuático,
siempre pegado a una roca
soportando los embates de la espuma.

El tiempo pasa despacio
nadando en mares de dudas.

¡Tanta duda y un solo mar!
¡Tantas palabras y una sola abertura!

Soy un animal acuático, un animal
pegado a una hendidura antigua,
soportando los embates húmedos
de las mentiras y la media verdad.

El tiempo pasa de prisa
cuando las olas siempre regresan
y las rocas se desmoronan
y te escuece en los ojos la sal.

Yo soy un animal acuático constante,
pensativo y visceral,
soy el origen del mundo.

Nada me da más miedo
que los granos de arena
y los vasos de agua

Inflexión

De todos los allí devorados por el tiempo
en los que alguna vez estuve vivo,
ahora me siento al otro lado.

Los voy mirando despacio, tranquilo,
enfrentándome al salto,
acusando el vacío agudo y pequeño,
este ciclón del vértigo
de solo haber vivido
aquello que consigo revivir.

Como el niño despojado a punta de reloj
de la tarde de juegos en el parque
que ve, por un instante,
a través de la ventana de casa,
el bullir de otros niños
que continuan jugando como si él
no hubiera estado nunca,
lánguidamente entiendo
que recordar es hacer un recuento
de todo lo perdí sin remisión.

Soy aquello que se me ha ido,
la empedernida colección de nadas
que tengo esparcida por los cajones,
la ambigua retahíla
de todo eso que recuerdo que fui
y que es mentira.

Palabras

Voy a pronunciar «amor»,
por si luego no puedo,
por si luego
alguna ceniza densa me asfixia,
por si luego
tengo la lengua repleta de espinas.

Y voy a pronunciar «vida»,
por si luego no puedo,
por si luego
el corazón se me estriñe y los días
venideros
me pasan por encima como losas
de marfil
o se me rompe durante un instante
la memoria
de lo que no pudo ser verdadero.

Quiero pronunciar «siempre»,
aun sabiendo que siempre es mentira,
por si luego no puedo,
por si luego
no es luego sino nunca,
por si luego
lo que quede de mí sea una cobardía
tendida a la intemperie.

Voy a gritar «ven conmigo»,
por si luego no puedo,
por si luego
mi voz no sabe cubrir la distancia
por si luego
me atrapa el huracán de los teléfonos.

Y voy a pronunciar «lágrima»,
por si luego no puedo,
por si luego no sé
pronunciarla
por si luego
quedan muchos nudos que deshacer
y se nos atragantan.

Orgasmo

Que me entornes los párpados,
que me tiemble la voz y se me salga
el corazón rendido.

Que tu pecho sean gotas,
que tu espalda luche contra mis dedos,
que tu piel sea el camino.

Y cuando se nos enmarañen las piernas
alrededor de los pies fríos,
cuando nos hayamos quitado de encima
este silencio infinito,
cuando estemos tan en el centro y tan cerca
que no queramos saber
si el mundo continua existiendo ahí fuera,
más alla de nosotros mismos,

quiero que me arropes
en mitad de un suspiro,
que me cuelgues en el filo
del terremoto que me rompe,
que me abras de par en par los ojos
y detengas el tiempo en ese instante.

Para darme un sitio donde guarecerme
cuando, como ocurre ahora,
ya sea demasiado tarde y sólo pueda
buscarte entre los escombros
de una memoria que en mis manos mantiene
tu forma exacta.

Pintura

He borrado las señales evidentes,
los errores plasmados, la vida escrita
entre desconchones sobre la pared.

Se han ido las huellas de todos los roces,
las marcas del tránsito por los pasillos,
los agujeros torpes y equivocados
que tapaban los cuadros con su color.

He pintado el pasado de blanco roto
porque, al cambiar por otro tono la luz
que entra sinuosa por la ventana abierta,
las historias contenidas en el polvo
se disuelven lentamente hacia el pasado
como si escribir encima de lo escrito
pudiera esconder trozos de la memoria
de un corazón, de una vida o de un papel.

Y si tengo el corazón vacío, la vida
estéril y mi papel emblanquecido,
si vivo contenido en estas paredes
que le gritan a la ausencia con colores
Si todas las paredes del mundo hablaran,
estas cuatro paredes tuyas y mías
no sabrían qué más decirte.

Ticket-regalo

El mensaje y la tinta
no son inalterables.

En la blanca memoria del papel
el paso agrio del tiempo los desgasta,
los trasluce,
se emborronan.

Su tipografía blanda se resiente
del polvoriento olvido acumulado
sobre el mueble
de la entrada.

Ya no puede leerse la fecha impresa,
desvanecida en puntos arbitrarios,
aunque mis ojos saben
que ese día fue redondo.

El fino suéter que venía en la bolsa
me quedaba demasiado ajustado
y nunca me lo puse
ni lo cambié por otro de otra talla.

Cuando el verano y el invierno se alían
en el zafarrancho de los armarios,
la prenda asoma por su cocodrilo
y nuevamente extraño
el don de tu mirada sobre mí
cuando ayer me lo imaginaste puesto.

Es la prueba tangible
de que una hermosa vez, desde tus ojos,
mi cuerpo te pareció tan delgado,
mis palabras tan de tu misma talla,
mi corazón tan tuyo.

Pero ocurre que el cuerpo y las palabras
y el corazón y la fibra
y el mensaje y la tinta
no son inalterables.

Despedida

Es un acto sencillo, primitivo,
movimiento acompasado de piernas,
el cuerpo se retuerce sobre su eje,
se orientan al horizonte los hombros.

Se inicia sin necesidad de anuncio,
tan solo un paso recesivo y corto,
sobre un escorzo breve que antecede
al labrado esplendor de cada espalda.

El tiempo después se extiende repleto
de una palpable materia insumisa,
caminar sólo es un leve balanceo,
pero irse es oscilar una venganza.

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