Como los tertulianos de los programas que, sea cual sea el tema, siempre tienen la opinión preparada y la contrarréplica a punto.

Supongo que es una forma como otra cualquiera de ganarse la vida, opinar. Y que lo importante es la opinión; imagino que porque es lo único en este mundo que siempre parece que hay que respetar.

Podría, tal vez, escribir de cualquier cosa yo también. Total, el que escribe siempre es un fingidor, y no habría más que enarbolar opiniones enérgicas y adornarlas con frases lapidarias y profundas.

Tampoco importaría mucho que no sea un experto en ningún tema porque, total, para dar una opinión, tampoco hay que esforzarse mucho. Es dejar ir un poco la imaginación y dirigirla hacia alguna palabra que tenga ligeramente algo que ver con el asunto en cuestión.

Podría hablar de la guerra civil y de la memoria histórica partiendo de la base de que la memoria es individual, la de cada uno, que nunca es colectiva, porque cada uno recuerda y medio inventa aquello que ha vivido o le han contado. 

Tampoco me costaría trabajo ninguno opinar lo contrario, retorcer un poco el argumento inicial y explicar que lo que a uno le han contado es lo que cree haber vivido. Nos han contado —o nos hemos contado— mil veces eso que creemos que recordamos, que no es más que un revuelto hecho de recuerdos propios y ajenos, en muchos casos confundidos

Podría añadir que vemos la vida como creemos que es y que creemos que es así porque así es como nos la cuentan los demás, para terminar concluyendo que solo existe la memoria colectiva y que de ella derivan nuestras memorias personales.

Entonces pondría la frase lapidaria para redondear, tanto en un caso como en otro, y decir que existen 12 razones para todo y otras 12 para todo lo contrario. Pequeña pausa dramática mirando a cámara y completar diciendo: y las 24 son mentira.

Pues sí, podría escribir de cualquier cosa. De hecho, es lo que hago, generalmente. Claro que, para mí, hay un matiz importante: lo relevante no es el asunto del que escribo, ni siquiera merece mucha atención lo que escribo sobre el tema. Lo crucial, la clave de esta actividad pública resuelta en la intimidad, es que escribo para que me leas.

Así que, al final concluimos lo contrario con lo que comenzamos: que no puedo escribir de cualquier cosa, que no sé escribir de cualquier cosa: yo solo sé escribir lo que tú me lees.

Y eso, y te lo digo muy muy en serio, eso… eso no es cualquier cosa.