No sabe del dolor la piedra
que golpea. No la estremece el grito
ni acaricia la mano
que la lanza. Obedece a su peso
y al deseo del aire.
                           Mineral
es mi voz.

Hambriento corazón qué puedo darte.

Ada Salas (1965, Cáceres, España), La sed, Ed. Hiperión, 1997