Recipiente
Tan solo soledad,
tan solo eso.
Soledad que se abre en mi pecho como una grieta
en la que quepo yo misma y en la que caben otras,
tantas amantes.
Eternos cuerpos que luchan por abrirse
como capullos rancios. Y el silencio, sí,
cabe el silencio que asfixia
y cabe el silencio que arde.
Una mezcla de ojos como una bestia emerge
de entre las sombras. Son cientos y se retuercen
bajo la piel palpitantes,
suplican vidriosos regresar con sus dueñas.
Ya no las recuerdo.
Pensé que la soledad era un vacío,
Un estanque grisáceo en medio del cuadro.
Me equivoqué. Caben dentro
tantas carnes.
María Paz Otero (1995, Madrid, España); Nimiedades, Ed. Hiperión, 2021. III Premio de Poesía Joven “Tino Barriuso”
Yo siempre he sido muy de inventar. Aún todavía practico...