Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

recuerdo (Página 1 de 16)

Mi homenaje

Mi homenaje

Mi homenaje
al que plantó cada árbol
sin pensar, para siempre.
O acaso imaginando al desunido
que un día lo convoca,
lo celebra.

A lo que no obstante el mediodía,
se da en glorioso atardecer.
A todo lo que ocurre
sin ser más que eso: algo.
Al conductor del ómnibus,
cumplido, sonriente,
que levanta una tarde
con su simple saludo.
Al pájaro que pía.
A quien en su país desvencijado
ose decir su parecer riesgoso.
Al que en el valle
recuerda que hay montañas
y en una gota de agua,
olvidando la niebla,
tiembla ante la sequía
y el desierto ofrecido.

Al banco cuya húmeda madera
me acoge y me refresca,
mientras el tormentoso verano
no da tregua.
Al hueco que busca
colmarse pese al vértigo
y a la gaita que llama a soledades
desde un acantilado.
Al que se acuerda de mí.
Al que me olvida.

Ida Vitale (1923, Uruguay), Sobrevida. Antología poética, Ed. Esdrújula, 2016

Un joven poeta recuerda a su padre

Un joven poeta recuerda a su padre

Ahora ya sé que pasé por tu vida
como pasan los ríos debajo de los puentes
-indiferentes, turbios, orgullosos-,
con la trivialidad desdibujada
de las pequeñas cosas que parecen eternas.

Muchas veces lo obvio
se oculta tras un halo de extrañeza,
tras la costumbre lenta, indistinguible
del aura fugitiva de las vivencias únicas.
Es difícil saber
que la belleza abrupta del vivir cotidiano,
tan desinteresada de sí misma,
nacida sin clamor ni pretensiones
es en esencia tan mágica y rotunda
que resulta imposible de imitar a propósito.
Y es aún más difícil
comprender que la fiesta de las cosas sencillas
casi siempre termina
mucho antes que la voluntad del festejado.

Inmóvil vi pasar ante mis ojos
el desfile callado de tu vida
con tus sueños cansados en otoño,
tus alegrías de puertas para adentro
y tus desvelos discretamente cálidos.
Creo acertar si digo
que nunca te di nada que no fuese
un préstamo a mí mismo.
Te pedí, sin embargo, tantas cosas.

Hoy, inmóvil de nuevo, asisto inerme
a este desfile amargo de tu ausencia
mientras mi corazón -dividido y atónito-,
comienza a descubrirque la vida va en serio.

Te recuerdo. Hace frío
y el frío me devuelve
aquella forma tuya tan sutil
de ofrecerme a la vez un corazón errante,
la suerte en un casino de Las Vegas,
la lluvia indescifrable del desierto,
los versos de Machado en un suburbio.

Ahora ya sé que pasé por tu vida
indolente y confiado, -sin asombro-,
como suelen vivir todos los hombres
que no conocen todavía la pérdida.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Los ojos de la niebla, Ed. Visor, 2008. Extraído de 20 con 20. Diálogos con poetas españolas actuales; Ed. Huerga & Fierro, 2016

Entre la niebla

Entre la niebla

Del recuerdo de algunas horas quedan
tan solo los abismos que dejaron,
nieblas de amaneceres implacables
tras noches sin dormir, calles pobladas
de fantasmas a plena luz del día,
tardes de soledad y de derrota,
de ausencia interminable entre la bruma
y el rumor lejanísimo del mundo.
Y, dentro de nosotros, el silencio
del vacío, la arena del reloj
deslizándose, invicta, hacia la nada.

Victoria León (1981, Sevilla, España); Secreta Luz, Ed. Fundación José Manuel Lara, 2019 (Premio Iberoamericano Hermanos Machado)

« Entradas anteriores

© 2024 Poemancia

Tema por Anders NorenArriba ↑