Pedimos perdón por los mares que no hemos descubierto, por los libros que no hemos leído, por las flores que no hemos observado.
Pedimos perdón por las sopas que no hemos calentado, por las despensas que no hemos repintado, por los cabellos que no hemos peinado.
Pedimos perdón por las mesas que no hemos ocupado, por las conversaciones en las que no hemos intervenido, por la historia en la que no hemos aparecido.
Pedimos perdón por nuestra ausencia en los asuntos importantes y por nuestra falta en los sucesos y por nuestra desaparición en los homenajes.
Pedimos perdón por los vestidos que hemos dejado de vestir y por las personas que hemos dejado de admirar.
Pedimos perdón por no haber medido el viento, no haber contado los granos de trigo, no haber memorizado la historia y no haber hecho inventario del vacío en ningún almacén.
Pero si no hiciéramos surf, ¿quién haría nada con la energía sin materia?
Hemos estado tan absortas atando cordones a las olas.
Pedimos perdón por no tener otra ocupación más práctica que bordar el filo del agua.
Pedimos perdón por no haber estudiado más palabras en los diccionarios para expresar mejor el estruendo de fondo.
Pedimos perdón pues es grave tanto vacío de acción.
Pero no pedimos perdón por lo que hemos hecho, por lo que sí hemos realizado.
Mejor estar en la orilla de los sucesos que en una tempestad que no nos corresponde.

Susana Barragués Sainz (1979, Bilbao, España); Surfing ecstasy, Ediciones Leteo, 2016