La poesía no explica ni argumenta,
la poesía solo llama a las cosas.

El poeta no es otro
que el que entra de noche en una habitación
y permanece inmóvil
frente a una oscuridad
a la que poco a poco consigue acostumbrarse.

El que asiste en silencio
al nacimiento humilde de las formas
que comienzan de pronto a definirse,
a adquirir su certeza,
su individualidad.

El inundado
definitivamente por aquello
que, llevando en su seno la lumbre del sentido,
es capaz de ofrecerle su presencia,
la posibilidad de su secreto.

La poesía es el oficio del espíritu.
En las casas de los acantilados,
en medio de la noche,
brilla sobre la mesa de los viejos buscadores de conchas
la aguja de la sal.

Basilio Sánchez (1958, Cáceres, España); He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, Ed. Visor, 2019. XXXI Premio Loewe.