Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

noche

La poesía no ha caído en desgracia

La poesía no ha caído en desgracia

Rumbo a Lesbos se va poniendo el sol
dice Mestre, el poeta. Penoso es que el presente reconozca
en sí mismo futuros motivos de elegía,
que se sepa exaltado de otra temperatura
por breves horas sólo. Pero basta un periplo,
basta un itinerario. Si acude la memoria -su garfio de palabras-
no importará la muerte, la no prolongación.
No importará la muerte. Rumbo a Lesbos
se iba poniendo el sol; en la cubierta,
un abrazo, su libro contra el viento, algo de hybris,
la silueta de Sunion, los flashes desde el mar,
la isla de Patroclo. Que se apaguen, espléndidos,
rumbo a Lesbos los soles.
Al presente voraz basta con arañarle
una noche, esa noche, antídoto de orgullo
contra toda la muerte.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Camaradas de Ícaro, Ed. Visor, 2003 (I Premio Fray Luis de León)

Anochecer

Anochecer

A Antonina Rodrigo

Se está haciendo de noche en mis ventanas.
Los cristales aceptan subyugados
el ritmo de la sombra,
su vengativa dentadura
de marfil apagado que se extiende
hacia las cosas. Las devora.

Todo va entrando
con lentitud y orden en sus fauces:
muebles, retratos, libros…
Y esas rosas
de madera tranquila
que Lucía me trajo una mañana
para ponerme a salvo del invierno.

No impediré el paso
de tanta opacidad, del barniz derramado
donde se apaga el día.
Quiero un manjar suyo, ofrendarme
con un temblor de novia a su deseo.

Aunque, después de todo,
yo ya le pertenezco.

Angelina Gatell (1926, Barcelona- 2017, Madrid); La oscura voz del cisne, Bartleby Editores, 2015

La noche

A noite


Prepárome contigo para cruzar a noite,
igual que os músculos se preparan para o movemento
e a quietude se prepara para a présa.
Non creo na identidade ruin o ben e a beleza.
Creo na pel da noite, en que no mundo hai pregos,
dimensións incontables e deformes, e o silencio dos astros
pode ser un estrondo sen harmonía ninguna,
e non hai unha lei do relampo nin unha lei do vento.
Porque en ti non desexo nada que a outras mulleres
poidan desexar e outros homes admiren.
Sei ver, sen conmoverme, a. dúas partes distintas
do teu rostro, e o xeito no que unha emprega a linguaxe
da outra para ocultar o distintas que son entre si,
e con respecto a aquilo que o rostro garda.
Non podo adiviñar os teus segredos porque un segredo
non pode adiviñarse, pero vexo que os hai
e gústame que os haxa, e atrévome a medir a fondura
do que calas. Son o lunn cravado no ventre
dos cávalos. A fouce que cando arde curva o ferro
(«Para o relampo, o ferro é mel.
Todos vivimos segundo o noso código»).

La noche


Me preparo contigo para cruzar la noche,
igual que los músculos se preparan para el movimiento
y la quietud se prepara para la prisa.
No creo en la identidad entre belleza y bien.
Creo que en la piel de la noche, en que el mundo hay pliegues,
dimensiones incontables y deformes, y que el silencio de los astros
puede ser un estruendo sin ninguna armonía,
y no hay ley del relámpago ni ley del viento.
Porque en ti no deseo nada que otras mujeres
puedan desear o que otros hombres admiren.
Sé ver, sin conmoverme, las dos partes distintas
de tu rostro, y la manera en que una emplea el lenguaje
de la otra para ocultar lo diversas que son entre sí,
y con respeto a aquello que el rostro guarda.
No puedo adivinar tus secretos porque un secreto
no puede adivinarse, pero veo que los hay
y me gusta que los haya, y me atrevo a medir la hondura
de lo que callas. Soy la luz clavada en el vientre
de los caballos. La hoz que cuando arde curva el hierro
(«Para el relámpago, el hierro es miel.
Todos vivimos según nuestro código»).

María do Cebreiro (1976, A Coruña, España); La cuarta persona del plural. Antología de poesía española contemporánea (1978-2015), Ed. Vaso Roto, 2016

(Traducción de la autora)

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