En las ventanas de casa
los años centellean.
Yo aún recuerdo tus manos
temblando
en ese primer regalo
que me hiciste,
cuando eras un hombre
que hoy dices que está muerto.
Recuerdo tus manos y tus ojos,
recuerdo Barcelona dentro de un taxi,
recuerdo las cosas que dijiste,
todas las palabras.
Recuerdo las sillas de ese café,
la mesa con patas de aluminio,
la dulzura salada de tus besos
y mis nervios aflorando
como árboles
al darte la mano.
Somos más viejos
pero somos los mismos,
y todo lo que tengamos que hacer
lo haremos juntos.
No pienses demasiado
y ponme el abrigo;
y no dejes que se enfríe
el pastel de manzana
que siempre compartimos.
Noemí Trujillo (1976, Barcelona, España); La muchacha de los ojos tristes. Poemas, homenajes y estrés; Parnasse Ediciones, 2011
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