Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

febrero2024 (Página 1 de 5)

Vecindario

Vecindario

Me decís extranjera porque he venido hasta aquí.
Sibisse Rodríguez.

Me decís extranjera porque he venido hasta aquí.
Me dais un nombre que está hecho
con el peso que perdí caminando.
Desde ahí, ya os importa
si cubro o no mi rostro,
qué fiestas guardo,
qué carne como,
la hechura de mi ropa.
El nombre de mis hijos,
cuando se acercan al vuestro.

Os parece importante
que los cuentos con los que crecí fueran otros,
que mi dios llame a otros cantos,
que mis dedos
amasen vuestra harina de otra forma.
Os preocupa cómo de laxa soy al entender
la amistad y el amor.
Y que muera con ritos distintos,
y que mis relojes
se ajusten a una hora de ultramar.

Si me veis al teléfono,
desconfiáis.
Si me veis por la ventana,
me seguís mirando.

Me decís extranjera
por si acaso.

Pero entrad a mi casa ahora.
Os daré de beber y trataré de empezar a contaros
mi verdadero nombre.

Laura Casielles (1986, Asturias, España) Los idiomas comunes, Ed. Hiperión, 2010 (Este libro ganó el XIII Premio de Poesía Joven Antonio Carvajal y el Premio de Poesía Joven Miguel Hernández en 2011)

El ángel y su piedra (poema cubista)

El ángel y su piedra (poema cubista)

para Jorge Villalmanzo, que aprendió a volar

me voy a cazar árboles, digo con firmeza

pero una cebra coronada de escabiosas
cruza la calle, y me detengo a mirarla
y pierdo el rumbo y la noción del tiempo
y la prisa y la cordura

se nos escapan los días a la velocidad del rayo

ha empezado a llover
hay charcos que nos pertenecen, digo con firmeza
y todos los ángeles
deberían volar con una piedra atada al cuello

Isabel Bono (1964, Málaga, España); Me muero, Bartleby Editores, 2021

Bambalinas

Bambalinas

Conocen el color de tus ojos,
habrá quien se atreva a decir que te ha visto llorar
como quien cuenta que ha visto una nube
con forma de dragón o un accidente
en la carretera camino del trabajo.

Saben con certeza de qué color es tu voz
y me consuela:
de ti solo podrán tener tu aire que ya no existe, que
ya es eco,
un recuerdo
que viene y va como el verano.

Te ven bailar entre dientes llenos
de colores.
Aquel sabe de sobra cómo continuar tu trazo, aquella
no desconoce el puñal afilado de tu garganta, aquellos
aplauden tu presencia como el que celebra una fiesta
que aún no ha comenzado.

Ignorantes, aves sin alas, pequeños
trozos de palabras que buscan rima en la arena de
una playa abarrotada…

Yo sigo aquí después de tu risa,
encuentro tu razón cuando tú pierdes todo lo demás
y amo todo lo que está de menos.
Yo abro las ventanas cuando lloras y procuro que atardezca
solo para volver a tus lágrimas fuego
-recuérdalo: es el paisaje el que te mira a ti-.

Yo llevo en la boca tu calma
y sé sonreír sin peso en los hombros porque la música
no es más que
tu voz llevando el tempo.

Yo te he visto caer en el suelo derrotada como una flor
marchita a punto de ver partirse el cielo en dos mitades
siempre distintas.

Yo te he escuchado preguntándote por qué la vida
es a veces todo lo contrario a su nombre,
tus manos murmurando algo de un alto al fuego,
tus pies
hiriendo los relojes para que no pasen las horas
que te mantienen lejos de tus árboles.

Yo, en un abrazo infinito de suerte,
te he visto quedarte después de las pesadillas.

Yo he dormido contigo entre bastidores, he limpiado
tus ojos negros, tus labios rojos, te he quitado la piel
que te envuelve las noches de gala y he lamido tu piel
sin perfumar.

Ellos solo te aprenden.

Yo
te

virgen
y
en
bruto.

Elvira Sastre (1991, Segovia, España; Ya nadie baila, Valparaíso Ediciones, 2015

La culpa de Eva

La culpa de Eva

Dedicada a las mujeres
al desgaste necesario de sus bisagras

A las que con sus fregonas pintan los aviones.
Con su sonrisa paren hijos
y a las que quemaron sus ovarios.
Mujeres que con sus brazos
son las hélices del transoceánico.

Alas centenarias.

Que cruzan tiralíneas en busca de la simiente
que alimente a sus hijos, padres, hermanos,
cambian las caras de sus monedas
y empeñan hasta los colmillos para seguir hacia delante.

A las que viajan en bicicleta
y aprenden un idioma en quince días.

A las abuelas-madres.

A las que amordazaron
y hoy hablo yo por ellas.

A las uniformadas y acabaron mutiladas
con las piernas ortopédicas del destierro.

A las que disfrazan el llanto con eyerliner
y van a la escuela de recoger naranjas.

A las mujeres que viven solas en mecedoras
esperando la nueva subida de la luz.

A la mujer que exalta su sexualidad
y es escarnio público.

A la que inventó la tortilla y sacó a la pareja
borracho por enésima vez.

A la que descansa ya de una puta vez
debajo de las piedras
y no puede levantarse.

A una generación de mariposas que habita
detrás del escaparate
sin seguridad social.

A los hombres que son mujeres
y a las mujeres que son hombres.

Alas centenarias.

Lluïsa Lladó (1971, Mallorca, España); Azul·lejos, Parnass Ediciones, 2013

Justicia poética

Justicia poética    

Quiero conocer a todas mis madres
reconstruir mi linaje y mi conciencia
a partir de los versos las renuncias
las huellas de todas las mujeres
que he sido al mismo tiempo.
Quiero una larga estirpe de mujeres valientes
que han escrito poemas
después de hacer la cena
y han vivido el exilio
dentro del dormitorio.
Reconocerlas libres brillantes y caóticas
retratando monarcas
sublevando las formas
componiendo sonetos
en una Europa en llamas.
Quiero sobrellevar la carga de la historia
convertirme en relevo
nombrarlas
sin esfuerzo.
Pronunciar con propiedad
el término familia.

Rosa Berbel (1997, Sevilla, España) Supernova, Bandaàparte Editores, 2016

Escribir

Escribir

porque alguien olvidó gritar
y hay un espacio blanco
ahora, que lo habita

escribir
porque es la forma más veloz
que tengo de moverme

escribir

¿y no hacer literatura?

¡y qué más da!:

hay demasiado dolor
en el pozo de este cuerpo
para que me resulte importante
una cuestión de este tipo.
Escribo
para que el agua envenenada
pueda beberse.

Chantal Maillard (Bruselas, 1951); Matar a Platón (Premio Nacional de Poesía, 2004). Extraído de 20 años de Poesía. Nuevos textos sagrados (1989-2009), Ed. Tusquets, 2009

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