Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

febrero2024 (Página 3 de 5)

Paráfrasis

Paráfrasis

Por favor, por amor, por caridad:
que alguien me diga quién soy,
si soy, qué hago yo aquí…
José Hierro

A Antonio Leyva

Sin favor, sin caridad. Por amor,
tan sólo por amor,
decídmelo.
He querido saberlo muchas veces.
Desde esa arista
de la interrogación; desde esa
baranda de la incertidumbre;
desde ese puente sin farolas
en donde a diario se acentúan
las sombras de mis ojos,
he suplicado y sigo suplicando
que alguien me diga por amor
—tan sólo por amor—,
quién soy, si soy, qué hago yo aquí.
Pregunto
si no seré más que una
suposición, una sospecha, algo
apenas insinuado en la penumbra
equívoca de un sueño.
Por amor, tan sólo por amor,
sin favor, sin caridad,
decídmelo.

Angelina Gatell (1926-2017, Barcelona, España); La oscura voz del cisne, Bartleby editores, 2015

La lluvia enfurecida

LA LLUVIA ENFURECIDA

El nuevo día está perdido entre
un laberinto que no tiene puertas
y que en mitad del viento va trazando
la enfurecida y huidiza lluvia.

Toda la realidad es ya un tapiz
deshilachado, en donde los perfiles
se deshacen en sombras imprecisas.

El único color que aún conservan
las cosas es el gris,
pero es un gris también
como en proceso de disolución.

El agua va buscando ansiosamente
los anónimos rostros de los hombres
para tacharlos con sus latigazos.

Esta mañana el mundo está esforzándose
en borrarse del mapa. Y en borrarnos.

Lorenzo Oliván (1968, Cantabria, España); Puntos de fuga, Ed. Visor, 2001. XIII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe.

Ahora sólo tienes una vida

Ahora sólo tienes una vida
bajas las escaleras
agitas tu pregunta como un pañuelo blanco
quedan sobre el tablero
peones poco ágiles y fichas sin valor
has desmigado el pan
has dejado que el agua te escurra entre los dedos
¿te das cuenta?
ahora sólo tienes una vida
vuelves a oír la voz del visitante
no la dejes morir
abre la puertecilla de su jaula
permite que acompañe a la bandada de los estorninos
la belleza
asoma en las rendijas de este gesto imposible
su rastro es tortuoso y su fulgor
alumbra hasta el abismo sin lámpara ni estrella
pero toda ella cabe
en el cielo minúsculo
de tus manos vacías.

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Mudanza, Ed. Ave del Paraíso, 1994

Precuela

Precuela

En aquel tiempo extraño,
los amigos se habían mudado lejos,
los lugares antiguos de la infancia
se habían transformado para siempre
con la prisa salvaje de los años perdidos.
Dejábamos de usar los verbos en plural
por pereza de ser ya demasiados.
De nada nos sirvieron los recuerdos,
heredados y antiguos,
sonriendo de verdad o de mentira,
porque nada supimos de los otros.
En aquel tiempo extraño y fariseo,
tuvimos muchos hijos
a los que no quisimos poner nombre.
Aunque quizá todo esto
ahora no nos baste.
Pero en aquel momento,
tan niños y tan sabios,
esperábamos ya la plenitud
de agosto, y de las playas llenas,
las discusiones tristes,
los besos de puntillas,
de este futuro que era impermeable.

Rosa Berbel (1997, España), Las niñas siempre dicen la verdad, (ganador por unanimidad de la XXI edición del Premio de Poesía Joven «Antonio Carvajal»), Ed. Hiperión, 2018

Poética

Poética

Un equipaje sobrio
–una escueta sintaxis despojada
y dos pronombres falsos–
para un fin de milenio. Inservible el amor:
ese es el tema. –¿Acaso no me oyes?
¿No basta imaginar que oyes cómo escribo
para que me parezcan
rentables el hastío y la escritura?
–Desherédame, lengua. No te sirvo.
No acudo a las palabras limpiamente.
Solo acaricio aquellas que me queman
y que saben a labios o a odisea.
Solo quiero adular a la familia
de las palabras muertas del amor.
Será inútil seguir. Queda solo un pronombre.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Carpe noctem, Ed. Visor, 1993

Sigue doliendo españa

Sigue doliendo España
Me duele España
Miguel de Unamuno

Esta tierra febril que castra y sueña,
promontorio de néctar y de azufre,
este sol de occidente tan antiguo
que alumbra igual la pena que la gloria.

España mía, al borde de tus páramos
las amapolas gritan el nombre de mil muertos.
¡Despierta, madre! Y dime dónde están
los hijos de los hijos de tus mejores hijos.

Yo que te amo, te juro que aborrezco
el hedor de tus aguas estancadas.
Te miro desde mí para saber qué somos.

Veo estiércol sobre trigo,
miel pisada,
condena y estrechez
luz de candiles.
Sin embargo, aquí abajo,
resistiendo al cerrado y sacristía,
veo también cipreses y naranjos,
horizontes y sed de calendario.

Veo a Lorca, veo a Velázquez, veo a Machado,
Miguel Servet, Quevedo, Garcilaso,
Larra, Picasso, Hernández, Rosalía,
Ramón y Cajal, Séneca, Espronceda,
Isaac Peral, Gaudí, Goya, Cernuda,
Cervantes, Calderón, Severo Ochoa.

Eso es España. Más allá, el vacío.

Raquel Lanseros (1973, Cádiz, España); Esta momentánea eternidad. Poesía reunida (2005-2016), Ed. Visor, 2016

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