Quizás llovía

La calle anochecida se agrupaba
alrededor de la farola.
De la boca del club salía,
sincopado, el ronquido
de un saxo. Era el aliento, la respiración
oscura de la noche.
Quizás llovía. Desde
la misma entrada me iba hundiendo
en una ciénaga de alcohol y sudorosa
transpiración y luces
parpadeantes.

¿Qué hacías allí? Tu desnudez
resplandecía contra un fondo
de risas y de copas y de manos
ansiosas por tocarte.
Yo conocía todos los rincones,
volcanes, valles, escabrosidades
de aquel cuerpo encendido.
Estabas sola ante las fauces
del mundo.
Pero
¿eras tú? ¿Era yo, que, en ese mismo instante,
estaba entrando en casa,
quizás llovía, y traes cara
de cansancio, hoy tenemos
para cenar algo que a ti te gusta,
y la tibieza del hogar,
y el beso apresurado, ve cambiándote,
pero no te entretengas, voy
a poner ya la mesa?

Rafael Guillén (1933-2023, Granada); Últimos poemas (Lo que nunca sabré decirte); Ed. Fundación José Manuel Lara, 2019