Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

noviembre2024 (Página 4 de 5)

Ella

Ella

Es misteriosa como el tiempo y el mercurio,
delirante y exacta, álgebra y fuego.
Cuando nadie la espera, coronada de escarcha
baja tarareando con pies maravillosos
por entre los helechos. Muchos enamorados
consagraron su vida a llamarla, elevaron
laboriosos palacios para ella
y no condescendió ni a una mirada.
No sirve para nada y son millones
los que viven por ella. Cuando piensas
que prefiere los locos y vagabundos, pasa
del brazo de un ministro o Mr. Eliot.
Es papeles manchados de tinta y es el mundo
con hogueras y robles, despedidas, los Andes,
la luna azul y Concha Valladares. Su rostro
constantemente cambia, inconstante. Y no cambia.
Bécquer la confundió con el Amor
y es una forma de no ser feliz.

Miguel d’Ors (1946, A Coruña, España), La música extremada, Ed. Renacimiento, 1991

El verso

El verso

Es un coloquio
que me bebe;
no me orienta,
me adentra,
responde a mi ceguera
y acaba perdonándome en su rostro.
Me trae fortunas heredadas,
abrazos de otros, leyendas visibles,
invisibles, rectas de la muerte,
volutas del momento,
tormento, cántico rodado de hace mucho:
el verso.

Resbala del pelo a la garganta,
me hace tropezar de veras,
guiña su ojo
tiende el mar
y yo me tiento.

El verso es un ojo
pensado para ciegos,
para mí,
un caballo al fondo
volver a casa
y encender la lámpara del miedo,
del miedo o la pregunta.
Tanto
me estrecha la cintura,
se escapa de mis brazos,
me adentra en la campana del llanto,
oros con llanto, del din don,
en la plegaria.
Y coge mi mano recién hecha
al vacío
y no me deja en paz
aunque lo mate.

El verso
puede con mi vida
sin pedirme permiso para la muerte.

Pureza Canelo (1946, Cáceres, España); Habitable (Antología poética), Ed. Renacimiento, 2019

No me interesa lo que

No me interesa lo que
dicen los disidentes de la dictadura.
Pero confieso que me gustaban los chocolates Toblerone
que mi tía me traía en Navidad.

No creo en los presos políticos,
ni me impresionan los niños descalzos
que les muestran los dientes a las máquinas Minolta
de los turistas italianos.

No voy a pedir asilo.
Desconozco los avances
o retrocesos económicos de mi país.
Ya he hablado de Drácula lo bastante.
Ya he recogido fresas en Andalucía.
Ya he sido gitana, ya he sido puta.
No necesitan volver a preguntármelo.

Lo que me preocupa —y, eso, sí puede ser relevante
para el fin de la historia— es saber
cuándo fue que me transformé,
yo que era una loba solitaria,
en este caniche de apartamento que les habla ahora.


Não me interessa o que
dizem os dissidentes da ditadura.
Mas confesso que gostava dos chocolates Toblerone
que a minha tia me trazia no Natal.

Não acredito nos detidos políticos,
nem me impressionam os miúdos descalços
que mostram os dentes para as máquinas Minolta
dos turistas italianos.

Não vou pedir asilo.
Desconheço os avanços
ou retrocessos económicos do meu país.
Já falei de Drácula que chegue.
Já apanhei morangos na Andaluzia.
Já fui cigana, já fui puta.
Escusam de mo perguntar outra vez.

O que me preocupa – e isso, sim, pode ser relevante
para o fim da história – é saber
quando é que me transformei,
eu que era uma loba solitária,
neste caniche de apartamento que vos fala agora?

Golgona Anghel (1979, Rumanía); Vine porque me pagaban, Killer71 Ediciones, 2019. Edición bilingüe / traducción de Aníbal Cristobo

La realidad y el deseo

La realidad y el deseo

a Luis Cernuda

La realidad, sí, la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

Olga Orozco (1920-1999, Argentina), Antología poética. Ediciones Cultura Hispánica, 1985

Samsung Galaxy


Samsung Galaxy

los brazos de mi amiga crecen malos como una enredadera
en el auto a mis costados
oh no, era un chico robándome el celular!
con la avidez de un trueno
robar es una magia
lo persigo y desaparece por la oscuridad
robar es una amiga
requiere silencio destreza y precisión
para destruirte

María Florencia Rua (Argentina, 1992) Luces mal usadas. Cáceres; Ed. Liliputienses, 2018.

Hipótesis científica

Hipótesis científica 

Nada dice acerca del amor
la hipótesis biológica
de que se trata de una reacción química. 

No tengo ningún inconveniente en admitir
que te aman mis jugos interiores
que tu ausencia me intoxica la sangre de negra bilis
que al contemplarte
sube la tasa de mi monóxido de carbono
y los linfocitos se reproducen alocadamente. 

Si me pongo lírica
y se me traba la lengua
¿cómo no reconocer que alteras mi metabolismo basal
y entorpeces mis digestiones? 

Mis narinas tiemblan
aumenta la presión de la sangre
enrojezco y me altero
o sudo y palidezco.

Mi amor es gutural e instintivo
como el celo de los animales,
cualquier metáfora que erija
como un vestido sobre la epidermis
será artificio. 

Y sin embargo
cuando te hablo
evoco leyendas antiguas:
Tristán, Iseo, la cruel Turandot,
Dido, la enamorada, y la indiferente Helena
se amontonan en mi boca, viajan
en ríos blancos de saliva. 

Hipótesis científica
o cultura
lo mismo da:
mis vísceras no distinguen
aman, sin preguntarse qué es el amor.

Cristina Peri Rossi (1941, Uruguay), Otra vez eros, Ed. Lumen , 1994

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