Arde

Precaución, arde.
Esta mujer que escribe arde.
Su piel quema
y aún es peor en el caso de su pensamiento.
Ese carácter encendido
le provoca una mala aceptación del mundo
y es por eso que ustedes deben alejarse de ella.
Arde esta piel y esta palabra,
y esta conciencia que tan sólo encuentra justicia
en cierto equilibrio entre palabra, obra y hecho.
Tengan precaución entonces y cierto cuidado,
pues toda llama tiende a extenderse
y es fácil entonces
que esta voz les alcance
y tal vez hiera
en esta quema necesaria,
en este incendio que busca provocar
la palabra escrita.
Cómo comprender el mundo entonces
si no es a través de este avanzar entre las llamas
y que afecte cada luz, cada sombra, cada actitud y comportamiento
que observas y has de traducir a este reino
de silencio roto por la palabra.
Cómo enfrentarse entonces al mundo
de otro modo, más allá de una traducción
dolorosa y exacta de este.
Tengan cuidado entonces, insisto,
esta mujer arde, quema,
arrasa y destruye todo cuanto su palabra
o roce alcanza.
Y esa es su intención primera
al escribir.
Conciencia en llamas
que ha de quemar
y alcanzar al otro.
Precaución,
pues arde.
Ese frío absoluto
de sus manos
así lo atestigua.

Ana Vega (1977, Oviedo, España), Herencia, Canalla Ediciones, 2017. La escritora fue Premio de la Crítica de las Letras Asturianas en 2011