Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Aurora Luque (Página 1 de 3)

Epitafio

Epitafio

Si de algún modo muero,
en las crudas heladas del olvido
o de muerte oficial,
reléeme esta nota, por favor,
y quémala conmigo.
La vida no iba en serio ni siquiera más tarde.
Y no se tarda mucho en comprender
que se trataba sólo de unos juegos
para aparcar la muerte.
Ni siquiera fue un río
pues me tocaron tiempos muy duros de sequía
aunque el mar esperaba, siempre radiante, al fondo.
He creído en los mitos y he creído en el mar.
Me gustaron la Garbo y los rosales de Pestum,
amé a Gregory Peck todo un verano
y preferí Estrabón a Marco Aurelio

Aurora Luque (1962, Almería, España), Transitoria, Ed. Renacimiento, 1998

Acuarela

Acuarela

Hay viajes que se suman al antiguo color de las pupilas.
Después de ver la isla de Calipso ¿es que acaso Odiseo
volvió a mirar igual? ¿No se fijó un color
como un extraño cúmulo de algas
en sus pupilas viejas? Lo mismo que en los pliegues
mínimos de la piel
se fosilizan besos y desdenes, así los ojos filtran
esa franja turquesa del mar que acuna islas,
medusas de amatista, blancura de navíos.
La piel es vertedero de memoria
lo mismo que el poema. Pero acaso unos ojos
extrañamente verdes de repente dibujen
empapados de luz
un boscoso archipiélago perdido.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Carpe noctem, Ed. Visor, 1993

Tango 2

Tango 2

Cómo decirle al Tiempo que desande los pasos
y nos vuelva a entregar lo que nunca fue suyo:
el fulgor de un milagro, la limpia mordedura
de la dicha en la carne, la piel en plenilunio.

Cómo decirle al Tiempo que el otoño es mentira
y que la vida puede valer lo que una noche
de julio solamente porque tuvo el deseo,
el ardor excesivo de una piel de sirena.

Cómo pedirle al Tiempo que nos lleve desnudos
al fondo de la noche, la mutua encrucijada,
a desmentir la muerte con la ebriedad concisa
de saberse elegidos y elegir el fracaso.

Cómo pedirle al Tiempo que nos deje siquiera
una memoria blanda que registre los ecos,
los olores, la risa, la intuición dolorosa
del temblor que sentimos como un dios pasajero.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Problemas de doblaje, Ed. Rialp, 1990

Hablo a Safo

Hablo a Safo

Ven en mi ayuda, Safo,
¿me traes unas alas? Dos juegos:
Unas para mi espalda
-¿Se clavan? ¿Me harán daño?-
y unas leves de abeja
para cada palabra.
Trae miel de la tuya, de la amarga.
Esas cosas antiguas
-miel, sandalias, frescor,
las alfombras marinas de la luna
que esconden a la muerte deseante,
aletazos violentos que ponen a saltar,
como pez en la arena, al corazón,
una ambición de voluptuosidades.
Paladear recuerdos
o lamer una piel que ha regresado
de gozar la negrura de las olas,
miel recién fabricada,
hierbas para acostarse a mediodía,
rosas sin hibridar.
No nos son tan ajenos tus objetos.
Sólo hay que detenerse.
Pedírtelos.
Apartar tanto ruido.
Pues nos falta muy poco
para estar muertas.
Tráeme, Safo, alas,
alas, alas, frescor,
silencio, brazos,
alas.

Aurora Luque (1962, Almería, España); Gavieras, Ed. Visor, 2019 (XXXII Premio Internacional de Poesía Fundación Loewe)

La poesía no ha caído en desgracia

La poesía no ha caído en desgracia

Rumbo a Lesbos se va poniendo el sol
dice Mestre, el poeta. Penoso es que el presente reconozca
en sí mismo futuros motivos de elegía,
que se sepa exaltado de otra temperatura
por breves horas sólo. Pero basta un periplo,
basta un itinerario. Si acude la memoria -su garfio de palabras-
no importará la muerte, la no prolongación.
No importará la muerte. Rumbo a Lesbos
se iba poniendo el sol; en la cubierta,
un abrazo, su libro contra el viento, algo de hybris,
la silueta de Sunion, los flashes desde el mar,
la isla de Patroclo. Que se apaguen, espléndidos,
rumbo a Lesbos los soles.
Al presente voraz basta con arañarle
una noche, esa noche, antídoto de orgullo
contra toda la muerte.

Aurora Luque (1962, Almería, España), Camaradas de Ícaro, Ed. Visor, 2003 (I Premio Fray Luis de León)

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