Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Esperanza Ortega (Página 1 de 2)

Treinta años

Treinta años
y todavía no he escrito aquel poema

con sus relojes
con sus calendarios
con los hijos que crecen
y el olvido

algún día…

(recuerda a la jovencita sin paraguas
está aquí
aguardando)

treinta años
—ya han crecido las rosas—
y aún espero
que suceda el prodigio
que florezca tu nombre

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Algún día, Ediciones Portuguesas, 1988. Extraído de Lo que va a ser de ti, Ed. Plaza & Janés, 1999

Todas las mañanas

Todas las mañanas
me voy y dejo la alegría

está durmiendo aún
plácidamente

vengo hacia el abandono de las frases sin alma
en las que nadie paladea
ni el contento de hablar el mismo idioma
ni de comer de un mismo pan

adonde a nadie le parezco hermosa

os dejo en la penumbra
con mi sombra solícita que vela vuestro sueño

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Algún día, Ediciones Portuguesas, 1988. Extraído de Lo que va a ser de ti, Ed. Plaza & Janés, 1999

En un árbol escrito

En un árbol escrito

Nunca nada de ellos te había conmovido,
ni siquiera sus nombres.
Recogías del suelo
a veces una hoja desprendida a tu paso,
la mirabas ausente
con tosca indiferencia,
segura de su verdor, que iba a responder
con el silencio suyo a tus preguntas, ¿cuándo?

Debajo de sus copas pasó el amor contigo
y aspiraste el perfume
de su hospitalidad ensombrecida,
mas no leíste nunca
su caduca escritura,
los trazos del reflejo inestable del sol
en la sombra que era de tus sueños cobijo.

Ahora no responde, ahora te interroga:
¿desde dónde ha caído esta hoja amarilla
sobre el papel en el que escribes?

Y mientras se deshace
en tus manos su escuálido esqueleto,
le contestas que has visto esta mañana
al mirar a tu hijo
-que de repente es alto, tan alto como ellos-
la esbeltez de sus troncos,
que en su vello incipiente hay restos de resina
e intuyes en sus labios un sabor de raíces.

¿Lo recuerdas ahora? Ése era el mensaje
perenne, de aquella escritura:
en ti había un árbol,
de su copa ha caído esta hoja amarilla.
El árbol que ha brotado de la alfombra invisible
de las horas de espera,
aquél en el que añoras llegar a cobijarte,
bajo la sombra tuya,
junto al tronco soñado
en cuyo cerne estaba escrito este poema.

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Lo que va a ser de ti, Ed. Plaza & Janés, 1995

En la hora desnuda

En la hora desnuda
sólo eso
un segundo de luz y paraíso
de aquellos que la amaron
sabe los rostros mudos y su temblor de ala
todos
juntos
abran el cofre y vea ella
esos diamantes escondidos
libres
al fin del cepo las palabras
que mansamente caigan esos copos
de nieve
sin red
en un segundo blanco
sobre el regazo de su mirada cobijados
de par en par
las dos puertas abiertas
sólo
un paso
decir adiós así
que el saco no se cierre
sin librarle a la voz de sus cadenas
tacto
y aire
encuentre allí esa voz
sus zapatos perdidos
al fin cerrado el círculo del mundo
en la hora desnuda
sólo
eso
un segundo de luz
y paraíso.

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Como si fuera una palabra, Ed. Lumen, 2002

Esta voz que se enciende

Esta voz que se enciende
¡qué alegría delata!
en una flor
todas las flores
sobre la tapia limpia
ni un revés
¿canción?
arde aquí
no hay palabra
en una flor
todas las flores
el mundo ha recobrado
su anillo de verdor
rueda por el sendero que recorren
los deditos de oro
ha llegado la hora
ya están todas las flores
en una sola flor

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Como si fuera una palabra, Ed. Lumen, 2002

Ahora sólo tienes una vida

Ahora sólo tienes una vida
bajas las escaleras
agitas tu pregunta como un pañuelo blanco
quedan sobre el tablero
peones poco ágiles y fichas sin valor
has desmigado el pan
has dejado que el agua te escurra entre los dedos
¿te das cuenta?
ahora sólo tienes una vida
vuelves a oír la voz del visitante
no la dejes morir
abre la puertecilla de su jaula
permite que acompañe a la bandada de los estorninos
la belleza
asoma en las rendijas de este gesto imposible
su rastro es tortuoso y su fulgor
alumbra hasta el abismo sin lámpara ni estrella
pero toda ella cabe
en el cielo minúsculo
de tus manos vacías.

Esperanza Ortega (1953, Palencia, España), Mudanza, Ed. Ave del Paraíso, 1994

« Entradas anteriores

© 2024 Poemancia

Tema por Anders NorenArriba ↑