Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

Gioconda Belli

Y dios me hizo mujer

Y Dios me hizo mujer

Y Dios me hizo mujer,
de pelo largo,
ojos, nariz y boca de mujer.
Con curvas
y pliegues
y suaves hondonadas
y me cavó por dentro,
me hizo un taller de seres humanos.
Tejió delicadamente mis nervios
y balanceó con cuidado
el número de mis hormonas.
Compuso mi sangre
y me inyectó con ella
para que irrigara
todo mi cuerpo;
nacieron así las ideas,
los sueños,
el instinto.
Todo lo creó suavemente
a martillazos de soplidos
y taladrazos de amor,
las mil y una cosas que me hacen mujer todos los días
por las que me levanto orgullosa
todas las mañanas
y bendigo mi sexo.

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Sobre la grama, Ed. Navona, 2017

Te busco en la fuerza del futuro

Te busco en la fuerza del futuro

Sola yo, amor,
y vos quién sabe dónde;
tu recuerdo me mece como al maíz el viento
y te traigo en el tiempo,
recorro los caminos,
me río a carcajadas
y somos los dos juntos
otra vez,
junto al agua.
Y somos los dos juntos
otra vez,
bajo el cielo estrellado
en el monte,
de noche.
Yo, amor, he aprendido a coser con tu nombre,
voy juntando mis días, mis minutos, mis horas
con tu hilo de letras.
Me he vuelto alfarera
y he creado vasijas para guardar momentos.
Me he soltado en tormenta
y trueno y lloro de rabia por no tenerte cerca,
en viento me he cambiado,
en brisa, en agua fresca
y azoto, mojo, salto
buscándote en el tiempo
de un futuro que tiene
la fuerza de tu fuerza.

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Línea de fuego, Editado por Casa de las Américas, 1978

Credo

Credo

Creo que mi poesía nace de la felicidad, de esa conciencia dolorosa de ser feliz sin motivo, ser feliz como una necesidad intransigente que no admite los momentos de tristeza, que exige la risa, el sol, a lo largo de todos los días, en los ratos más inesperados porque para escribir necesito ser feliz, sentirme como un caballo relinchón, explotar las palabras como malinchazos, llenarme de maleza cosquillosa hasta el borde, hasta que se me salga el alma, el goce que me hace poeta.

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Sobre la grama, Ed. Terapias verdes/ Navona, 2017

Reglas del juego para hombres

Reglas del juego para los hombres que quieran amar a mujeres
I

El hombre que me ame
deberá saber descorrer las cortinas de la piel,
encontrar la profundidad de mis ojos
y conocer lo que anida en mí,
la golondrina transparente de la ternura.

II

El hombre que me ame
no querrá poseerme como una mercancía,
ni exhibirme como un trofeo de caza,
sabrá estar a mi lado
con el mismo amor
conque yo estaré al lado suyo.

III

El amor del hombre que me ame
será fuerte como los árboles de ceibo,
protector y seguro como ellos,
limpio como una mañana de diciembre.

IV

El hombre que me ame
no dudará de mi sonrisa
ni temerá la abundancia de mi pelo,
respetará la tristeza, el silencio
y con caricias tocará mi vientre como guitarra
para que brote música y alegría
desde el fondo de mi cuerpo.

V

El hombre que me ame
podrá encontrar en mí
la hamaca donde descansar
el pesado fardo de sus preocupaciones,
la amiga con quien compartir sus íntimos secretos,
el lago donde flotar
sin miedo de que el ancla del compromiso
le impida volar cuando se le ocurra ser pájaro.

VI

El hombre que me ame
hará poesía con su vida,
construyendo cada día
con la mirada puesta en el futuro.

VII

Por sobre todas las cosas,
el hombre que me ame
deberá amar al pueblo
no como una abstracta palabra
sacada de la manga,
sino como algo real, concreto,
ante quien rendir homenaje con acciones
y dar la vida si es necesario.

VIII

El hombre que me ame
reconocerá mi rostro en la trinchera
rodilla en tierra me amará
mientras los dos disparamos juntos
contra el enemigo.

IX

El amor de mi hombre
no conocerá el miedo a la entrega,
ni temerá descubrirse ante la magia del enamoramiento
en una plaza llena de multitudes.
Podrá gritar -te quiero-
o hacer rótulos en lo alto de los edificios
proclamando su derecho a sentir
el más hermoso y humano de los sentimientos.

X

El amor de mi hombre
no le huirá a las cocinas,
ni a los pañales del hijo,
será como un viento fresco
llevándose entre nubes de sueño y de pasado,
las debilidades que, por siglos, nos mantuvieron separados
como seres de distinta estatura.

XI

El amor de mi hombre
no querrá rotularme y etiquetarme,
me dará aire, espacio,
alimento para crecer y ser mejor,
como una Revolución
que hace de cada día
el comienzo de una nueva victoria.

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); La costilla de Eva, E. Nueva Nicaragua, 1987

Internet

Internet


A mi hijo Camilo

El tiempo que antes me entregaba su cuerpo extenso
de horas vividas a merced de la propia imaginación,
se ha trocado en este siglo en un bazar que exhibe
la abundancia de la más rica y accesible inteligencia.
Tentaciones y milagros se apilan ahora alegres y apetitosas a
todo lo largo del camino que conduce a la página-pantalla en blanco.
Las palabras que solían obedecerme
salir de mí y ordenarse al llegar a su destino
hoy se encabritan empujan dan tirones
para que desista del arduo trabajo de inventarme un mundo a mi medida
y compre o abrace o toque o sienta o escuche o piense
en mil y una alternas visiones situaciones revelaciones
complejas y seductores vibraciones
filamentos y transmisiones que otros cerebros
emiten sobre mi mesa de trabajo.

Cantos de sirenas me invitan a despeñarme por laberintos sin fin
por la Babel-biblioteca de Borges con su olor a páginas aromáticas donde
ya sin papel los colores deslumbres o torvas pasiones del mundo
se desvisten bailan la danza de los siete velos de windows o apple
y la manzana de oro rueda repartiéndose entre diosas y plebeyos
promiscua y generosa.

Mis poros, mis ojos y yo, siempre volubles a las tentaciones
hemos bajado al País de las Maravillas,
al país de la abundancia de la imaginación
sin discriminaciones.
Nos ha atrapado el desenfreno del espectáculo ajeno
El laberinto sinuoso gelatinoso informe peligroso.
Las sirenas y sirenos con sus hermosas colas brillantes.
Y aquí estamos gritando implorando
el freno que nos impida dilapidar fortuna y creación.

¡Ah, Ulises que me fuera dado el mundo
donde la cera y el mástil me salvaran!
Si vivieras hoy ¡jamás habrías vuelto a Ítaca!

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Paraíso. Revista de Poesía, nº 13, Edita la Diputación de Jaén y la Universidad de Jaén, 2013

Lágrimas en la lluvia

Lágrimas en la lluvia

¿Detrás de qué torcida curva del camino
se perdieron los días azules?
En este tiempo de lluvia y huracanes
el sol de la infancia

.
He despertado he vivido el día
y el agua sigue cayendo terca sobre la casa.
Uno ama la lluvia y recuerda cuando ella venía
con sus pequeñas manos a pintar el verde tras el verano
ahora en cambio se queda como huésped indeseable
se emborracha de sí misma y nos agrede a manotazos.

Ya no hay quien silencie
la estrepitosa rebelión del paisaje bucólico
el fin de los días azules
el sol relegado
a la memoria de la infancia.

Gioconda Belli (1948, Nicaragua); Estos días azules y este sol de la infancia. Poemas para Antonio Machado, Ed. Visor, 2018.

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