Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

María Sanz (Página 1 de 2)

Érase una voz

Érase una voz

En el contestador se recibían
mensajes anodinos,
después de publicar aquel anuncio
un tanto pretencioso por tu parte.
Querías encontrar al hombre libre,
culto, educado y tierno que soñabas,
a través del periódico
cuya sección de relaciones era
algo más que un muestrario de insumisos.
Pasaste varios días oyendo cosas como «soy fulano,
deseo conocerte, mi teléfono…»
estribillos calcados de los otros.
Y cuando ya notabas lo inservible
de aquella propaganda,
recogiste un mensaje diferente:
decía «soy Guillermo,
voy a conciertos, amo la lectura,
llámame cuando puedas…»
Todavía te sigues preguntando
por qué se le olvidó dejar su número.

María Sanz (1956, Sevilla, España); Tu lumbre ajena, Ed. Hiperión, 2001 (Premio Valencia de poesía)

Hombres al natural

Hombres al natural

Son seres grises,
inequívocamente masculinos,
que lo mismo me envían
algún ramo de rosas
con cuatro plenilunios de retraso,
que intentan sorprenderme
al llegar en su lata
(léase coche) último modelo
donde se sienten mágicos.

Seres brillantes,
portadores de un agua de colonia
que anuncia su presencia
con cuatro primaveras de adelanto;
hombres al natural, de calle y riesgo,
que buscan evadirse
llevándome a cenar. Puedo ingerirlos
antes de que caduquen,
pero se me indigestan
media hora después, y no merece
la pena estropear esa velada.

Madre Naturaleza,
los pones a mi alcance, y agradezco
tus sabias intenciones.
Pero yo siempre he sido
inequívocamente femenina,
y declaro ante ti que cada vez
es mayor la distancia que nos une.

María Sanz, (1956, Sevilla, España), Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (1. Picaras), Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, 2004

Un sitio en la palabra

Un sitio en la palabra

La verdadera historia no se escribe
sin dar al fracasado
un sitio en la palabra.
Y qué mejor motivo para hacerlo
que encontrar esas huellas
de los días envueltos con la propia renuncia,
ese final escrito sobre el aire.
Quién oyera la voz incandescente
de aquél cuyo silencio es su enemigo
y se sabe orador, y se responde
con la locuacidad de la derrota.
El hundido conoce como nadie
el sombrío dolor, la llama fría
que propaga su intento
de vivir, de alumbrarse.
Pero calla la vida, todo calla.
La verdadera luz se enciende sola.

María Sanz (1956, Sevilla, España), Dos lentas soledades, Ed. Huerga & Fierro, 2017

Siempre

Siempre

Siempre llega
un segundo en la vida
en que uno deja
de sentirse invulnerable.
Se tuercen
las rayas de la mano.
La memoria,
los aires felices,
los gestos de ternura,
la sal y la playa,
no representan ya
ningún consuelo.
No son de carne.

Marta Sanz (1967, Madrid, España); Vintage, Bartleby Editores, 2013

Anónimo

Anónimo

Porque el destino mira siempre al frente,
porque los cuatro puntos desleales
de mi vida se pierden en un mapa
cada vez más pequeño, yo diría,
aprovechando que no me oye nadie,
unas palabras, una frase, algo
más que esos versos. Porque si el destino
es una línea recta, si hay un norte
orientado a las luces de poniente,
yo quisiera decir o ser el eco,
tan sólo el eco ya, de algún poema,
aprovechando que no lee nadie
en este libro abierto de mi vida.

María Sanz (Sevilla, 8 de enero de 1956) 

En tiempo y forma

En tiempo y forma

A solas con el tiempo
se quedan tus palabras.
No las maldices, sabes
que viven por encima
de muchos sacrificios,
que olvidan cuanto llevan
de ti sobre sus hombros.
A solas con el tiempo,
igual que tú, sin nadie,
deshojan cada noche
el final de tu vida
en forma de poema.

María Sanz (1956, Sevilla, España); Tanto vales, Ed. Asociación de escritores y artistas españoles, 1996.

« Entradas anteriores

© 2024 Poemancia

Tema por Anders NorenArriba ↑