Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

amor (Página 2 de 25)

Ella

Ella

Es misteriosa como el tiempo y el mercurio,
delirante y exacta, álgebra y fuego.
Cuando nadie la espera, coronada de escarcha
baja tarareando con pies maravillosos
por entre los helechos. Muchos enamorados
consagraron su vida a llamarla, elevaron
laboriosos palacios para ella
y no condescendió ni a una mirada.
No sirve para nada y son millones
los que viven por ella. Cuando piensas
que prefiere los locos y vagabundos, pasa
del brazo de un ministro o Mr. Eliot.
Es papeles manchados de tinta y es el mundo
con hogueras y robles, despedidas, los Andes,
la luna azul y Concha Valladares. Su rostro
constantemente cambia, inconstante. Y no cambia.
Bécquer la confundió con el Amor
y es una forma de no ser feliz.

Miguel d’Ors (1946, A Coruña, España), La música extremada, Ed. Renacimiento, 1991

La realidad y el deseo

La realidad y el deseo

a Luis Cernuda

La realidad, sí, la realidad,
ese relámpago de lo invisible
que revela en nosotros la soledad de Dios.

Es este cielo que huye.
Es este territorio engalanado por las burbujas de la muerte.
Es esta larga mesa a la deriva
donde los comensales persisten ataviados por el prestigio de no estar.
A cada cual su copa
para medir el vino que se acaba donde empieza la sed.
A cada cual su plato
para encerrar el hambre que se extingue sin saciarse jamás.
Y cada dos la división del pan:
el milagro al revés, la comunión tan sólo en lo imposible.
Y en medio del amor,
entre uno y otro cuerpo la caída,
algo que se asemeja al latido sombrío de unas alas que vuelven desde la eternidad,
al pulso del adiós debajo de la tierra.

La realidad, sí, la realidad:
un sello de clausura sobre todas las puertas del deseo.

Olga Orozco (1920-1999, Argentina), Antología poética. Ediciones Cultura Hispánica, 1985

Hipótesis científica

Hipótesis científica 

Nada dice acerca del amor
la hipótesis biológica
de que se trata de una reacción química. 

No tengo ningún inconveniente en admitir
que te aman mis jugos interiores
que tu ausencia me intoxica la sangre de negra bilis
que al contemplarte
sube la tasa de mi monóxido de carbono
y los linfocitos se reproducen alocadamente. 

Si me pongo lírica
y se me traba la lengua
¿cómo no reconocer que alteras mi metabolismo basal
y entorpeces mis digestiones? 

Mis narinas tiemblan
aumenta la presión de la sangre
enrojezco y me altero
o sudo y palidezco.

Mi amor es gutural e instintivo
como el celo de los animales,
cualquier metáfora que erija
como un vestido sobre la epidermis
será artificio. 

Y sin embargo
cuando te hablo
evoco leyendas antiguas:
Tristán, Iseo, la cruel Turandot,
Dido, la enamorada, y la indiferente Helena
se amontonan en mi boca, viajan
en ríos blancos de saliva. 

Hipótesis científica
o cultura
lo mismo da:
mis vísceras no distinguen
aman, sin preguntarse qué es el amor.

Cristina Peri Rossi (1941, Uruguay), Otra vez eros, Ed. Lumen , 1994

Como si fuese necesario

Como si fuese necesario

Ahí estás vos
con esa necesidad de pertenecer a algo
y no a alguien.
Te miro desnudo
y veo que me sobra
el mundo que a vos te falta
usamos el sexo como herramienta de duración
y después ¿qué?
Cosas que no me importaría olvidar.
 Puede que el amor llegue, después
Pasamos el momento en que el cuerpo
empieza a tener memoria:
uno de los dos volvía de un viaje y
nos abrazábamos callados en el sillón
un rato largo, no era necesario decir nada
los cuerpos se movían solos
los besos y el ir corriendo al cuarto
el pan con manteca,
después, el anecdotario de vivencias,
después, los abrazos torpes, después
el sueño interrumpido, después
los días por venir,
después, el dolor también,
después.

Una sola regla
No enamorarse.
Lo sabíamos y jugábamos
a creer en otra cosa. La irrealidad
también se mide
en los excesos de la casa:
cigarrillos en el piso,
botellas vacías sobre la mesa,
resistir una semana
con tres horas de sueño.
Todavía no lavo las sábanas.
«El amor llegará con maletas»
me había dicho el I Ching.

Nurit Kasztelan, (Buenos Aires, 1982) Después. Ed. Liliputienses, 2019.

Uno besa

VIII

Uno besa,
y en el beso se confiesa.

Calcula daños,
y reflexiona si será error o acierto,
sobrepasa la distancia de seguridad,
mordisquea la duda
de si en el pacto de labios está vendiendo promesas.

Entra en el circuito del engranaje mental
mezclando ilusión y miedo,
fuego y hielo,
caigo, me levanto, caigo, ruedo.

Pero uno besa,
y en el beso se confiesa
que si es error o acierto,
no importa.

El tiempo está abierto a propuestas y en algún momento paras,
pienso hacerme el muerto
para ver si disparas
o me besas de nuevo.

Loreto Sesma (1996, Zaragoza, España); Alzar el duelo, Ed. Visor, 2018. XXXIX Premio Internacional de Poesía Ciudad de Melilla.

Poeta de guardia

Poeta de guardia

…¡Otra noche más! ¡Qué aburrimiento!
¡Si al menos alguien llamase llamara o llamaría!
… ¡La portera! que si su nieta pare,
y recordase que soy puericultora…
O un borracho de amor con delirium tremendo…
o alguna señorita de aborto provocado
o alguna prostituta con navaja en la ingle
o algún quinqui fugado…
o cualquier conocido que por fin decidiera suicidarse…
o conferencia internacional…
(esto sería una bomba –pacifista–).
O que la radio dijera finamente:
«¡La guerra del Vietnam ha terminado!»
«El porqué de estar solo ya se sabe.»
O «el cáncer descubierto».
Y nadie suena, o quema, o hiela o llama
en esta noche
en la que
como en casi todas,
soy poeta de guardia.

Gloria Fuertes (1917-1998, España), Poeta de guardia, Ed. El bardo, 1968

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