Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

deseo

Agujero negro

Agujero negro

Olvidándome voy en este vago cuerpo
Luis Cernuda

¿A dónde va el deseo
cuando no sabe dónde posarse?
¿Qué rumbo toma
después de estar girando como cometa loca
que no renuncia al cielo
ni quiere desprenderse de la tierra?
A alguna parte habrá de ir con su brío de guerra,
con su sed y su dulce quemadura.
A otro ha de encontrar para incendiarlo,
y enceguecerlo,
y dejarlo como una estrella muerta que en su médula lleva
(como una maldición)
el destello de luz de la memoria.

Piedad Bonnett (1951, Colombia); Las herencias, Ed. Visor, 2008

No quiero

No quiero
que los besos se paguen
ni la sangre se venda
ni se compre la brisa
ni se alquile el aliento.

No quiero
que el trigo se queme y el pan se escatime.

No quiero
que haya frío en las casas,
que haya miedo en las calles,
que haya rabia en los ojos.

No quiero
que en los labios se encierren mentiras,
que en las arcas se encierren millones,
que en la cárcel se encierre a los buenos.

No quiero
que el labriego trabaje sin agua,
que el marino navegue sin brújula,
que en la fábrica no haya azucenas,
que en la mina no vean la aurora,
que en la escuela no ría el maestro.

No quiero
que las madres no tengan perfumes,
que las mozas no tengan amores,
que los padres no tengan tabaco,
que a los niños les pongan los Reyes
camisetas de punto y cuadernos.

No quiero
que la tierra se parta en porciones,
que en el mar se establezcan dominios,
que en el aire se agiten banderas,
que en los trajes se pongan señales.

No quiero
que mi hijo desfile,
que los hijos de madre desfilen
con fusil y con muerte en el hombro;
que jamás se disparen fusiles,
que jamás se fabriquen fusiles.

No quiero
que me manden Fulano y Mengano,
que me fisgue el vecino de enfrente,
que me pongan carteles y sellos,
que decreten lo que es poesía.

No quiero
amar en secreto,
llorar en secreto,
cantar en secreto.

No quiero
que me tapen la boca
cuando digo NO QUIERO.

Ángela Figuera Aymerich (1902, Bilbao- 1984, Madrid); Obras completas; Ed. Hiperión, 2009

La noche

A noite


Prepárome contigo para cruzar a noite,
igual que os músculos se preparan para o movemento
e a quietude se prepara para a présa.
Non creo na identidade ruin o ben e a beleza.
Creo na pel da noite, en que no mundo hai pregos,
dimensións incontables e deformes, e o silencio dos astros
pode ser un estrondo sen harmonía ninguna,
e non hai unha lei do relampo nin unha lei do vento.
Porque en ti non desexo nada que a outras mulleres
poidan desexar e outros homes admiren.
Sei ver, sen conmoverme, a. dúas partes distintas
do teu rostro, e o xeito no que unha emprega a linguaxe
da outra para ocultar o distintas que son entre si,
e con respecto a aquilo que o rostro garda.
Non podo adiviñar os teus segredos porque un segredo
non pode adiviñarse, pero vexo que os hai
e gústame que os haxa, e atrévome a medir a fondura
do que calas. Son o lunn cravado no ventre
dos cávalos. A fouce que cando arde curva o ferro
(«Para o relampo, o ferro é mel.
Todos vivimos segundo o noso código»).

La noche


Me preparo contigo para cruzar la noche,
igual que los músculos se preparan para el movimiento
y la quietud se prepara para la prisa.
No creo en la identidad entre belleza y bien.
Creo que en la piel de la noche, en que el mundo hay pliegues,
dimensiones incontables y deformes, y que el silencio de los astros
puede ser un estruendo sin ninguna armonía,
y no hay ley del relámpago ni ley del viento.
Porque en ti no deseo nada que otras mujeres
puedan desear o que otros hombres admiren.
Sé ver, sin conmoverme, las dos partes distintas
de tu rostro, y la manera en que una emplea el lenguaje
de la otra para ocultar lo diversas que son entre sí,
y con respeto a aquello que el rostro guarda.
No puedo adivinar tus secretos porque un secreto
no puede adivinarse, pero veo que los hay
y me gusta que los haya, y me atrevo a medir la hondura
de lo que callas. Soy la luz clavada en el vientre
de los caballos. La hoz que cuando arde curva el hierro
(«Para el relámpago, el hierro es miel.
Todos vivimos según nuestro código»).

María do Cebreiro (1976, A Coruña, España); La cuarta persona del plural. Antología de poesía española contemporánea (1978-2015), Ed. Vaso Roto, 2016

(Traducción de la autora)

Cae la rosa y cae la noche

Cae la rosa y cae la noche
en un desmayo repentino, en un suspiro
dejando tras de sí un cúmulo de espinas y una sombra
que es la viva imagen del anhelo.

Cae la noche y cae la luna
sobre el agua templada de ser moqueta, de ser camino
para las estrellas que desfilan por la bóveda
sembrando a su paso una hilera de deseos.

Cae la luna y cae la lluvia
acostumbrada a la ingravidez del desatino.
Se deja mecer por el viento y el suelo alfombra
de diamantes que escarbar entre el cemento.

Cae la lluvia y cae la rosa
porque como flor tiene pánico al destino,
como astro tiende a deambular tras las alondras
y como verso solo sabe dejarse rimar pétalo a pétalo.

Irene Romo Díez (1998, Burgos, España); Los hombres mal vestidos; Publicaciones del Consejo Social de la Universidad de Cantabria, 2020. Obra ganadora del Premio de Poesía de los “PREMIOS LITERARIOS DEL CONSEJO SOCIAL MANUEL ARCE” 2020.

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