En esta tarde llueve, y llueve pura tu imagen. En mi recuerdo el día se abre. Entraste. No oigo. La memoria me da tu imagen solo. Solo tu beso o lluvia cae en recuerdo. Llueve tu voz, y llueve el beso triste, el beso hondo, beso mojado en lluvia. El labio es húmedo. Húmedo de recuerdo el beso llora desde unos cielos grises delicados. Llueve tu amor mojando mi memoria y cae y cae. El beso al hondo cae. Y gris aún cae la lluvia.
Vicente Aleixandre (1898, Sevilla- 1984, Madrid, España): Poemas de la consumación; Ed. Plaza & Janés, 1978. Con este libro ganó el Premio Nacional de la Crítica en 1969. Le concedieron el Premio Nobel de Literatura en 1977.
Paseo por la tarde de un sábado sin viento mientras la lluvia cae lo mismo que los ríos cuando se quiebra el cauce y el agua se desploma.
Tengo el cuerpo caliente, seco aún bajo el frágil cobijo de una techumbre negra de tela muy tensada con delgadas varillas.
Qué débiles las cosas que a veces me protegen de todo lo salvaje, del aullido del mundo, qué estrechas las ideas que pongo ante la nada.
Bajo un simple paraguas veo caer la lluvia. ¿Su violento sinfín es una fantasía? ¿O es la ilusión la cueva, sentirme protegido cuando todo se encuentra a la intemperie?
Marcos Díez (1976, Santander, España); Desguace, Ed. Visor, 2018. XLIV Premio Ciudad de Burgos
Una lluvia pausada, alargada, serena, envolvente, inquietante, sostenida, perfecta. He dejado la música, ahogué todas las voces para escuchar la suya que suena tenazmente como un hilo de plata dentro de un viejo odre.
Y me digo, rendida, sin voz, pausadamente, que la lluvia cayendo hace un ruido de gente cayendo sobre el mundo a lo ancho de los siglos acompasadamente.
Dentro de mí no hay ruidos. Hay cántaros vacíos, campanarios en ruinas, hogueras apagadas, hay agotadas minas blancos ojos de estatua, grandes estrellas huecas, relojes sin agujas y libros sin palabras y violines sin cuerdas.
Y un silencio espantoso en que cae la música armoniosa, cansada, perfecta, de la lluvia con un ruido de perlas contra el fondo de un cofre, con un ruido de alas, de dedos; con un ruido monótono, angustioso, ancestral, monocorde.
Idea Vilariño (1920-28 de abril de 2009, Uruguay); Poesía completa, Ed. Lumen, 2008.
No hay milagros Llovía con desidia. Diecinueve de octubre, las nueve de la noche. Joana iba asustada hacia el quirófano en nuestra compañía. Cuando entró nos quedamos a esperar en la salita mal iluminada junto a los ascensores. Cuentan que en un intento de salvarse le dijo te quiero al cirujano. Creíamos que un hada podría devolvernos a Joana, tranquila, la de siempre, con sus confiados ojos centelleantes. A las once, mirábamos las gotas de la lluvia en el cristal como si resbalaran por la noche. La noche era una hoja de guadaña.
No hi ha miracles Plovia amb deixadesa. A les nou de la nit -dinou d’octubre- la Joana arribava espantada al quiròfan voltada per nosaltres, que ens quedàvem en la saleta mal il·luminada de vora els ascensors. Diu que ella, en un intent desesperat de salvar-se, va dir t’estimo al metge. Esperàvem la fada que ens tornés la Joana tranquil·la, la de sempre, els ulls espurnejant de confiança. A les onze, mirant per la finestra, les gotes de la pluja relliscaven pel vidre com si ho fessin per la nit. La nit era la fulla d’una dalla.
Joan Margarit (1938-2021, Lleida); Llegas Tarde a tu tiempo. Poesía 1999-2002; Ed. Visor, 2010
¿De qué color es la lluvia cuando llega a tu piel? ¿y de qué color cuando llega a la mía? ¿De qué color es cuando se conjugan los colores y chispas de nuestro juego amoroso? A veces somos lluvia y fuego, a veces tímidas nubes al acecho.
¿De qué color es la tierra cuando la lluvia la acaricia y cuándo el goce de su unión la hace danzar? ¿Y de qué color es el río que limpia todo y cuando la lluvia huye sin destino? A veces soy burbuja al aire a veces chispa de colores.
¿De qué color es la hierba que nos acoge cuando nuestra pasión busca un cobijo? ¿Y de qué color son mis miedos y ansiedades cuando la luz de mi ser se va apagando? Y el firmamento con guiños húmedos calma mis ardores.
Y hoy llegó la lluvia vestida de luces Iluminando mi inhiesta sombra, traía el mensaje de los dioses. Lluvia de colores al infinito tu color es del corazón que te ama, generosa y amada lluvia.
Magnífico.