Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

mujer (Página 1 de 12)

Claroscuro

Claroscuro

yo soy aquella
que vestida de humana
oculta el rabo
entre la seda fría
y riza sobre negros pensamientos
una guedeja
todavía oscura

o no lo soy aquí
sino en el aire nublado del espejo
mirada ajena mil veces ensayada
hasta ser la ceguera

la indiferencia el odio
y el olvido
en la fronda de sombras y de voces
me acosan y rechazan

la que fui
la que soy
la que jamás seré
la de entonces

entronizada entre
entronizada
me contempla la muerte
en ese espejo
y me visto frente a ella

con tan severo lujo
que me duele la carne
que sustento

la carne que sustento y alimenta
al gusano postrero
que buscará en las aguas más profundas
dónde sembrar
la yema de su hielo

como en los viejos cuadros
el mundo se detiene
y termina
donde el marco se pudre

Blanca Varela (1926- 2009, Perú), Canto villano: Poesía reunida, 1949-1994, Ed. Fondo de cultura económica, 1978

The house

The house
I
Mother says there are locked rooms inside all women; kitchen of lust,
bedroom of grief, bathroom of apathy.
Sometimes, the men – they come with keys,
and sometimes, the men – they come with hammers.

Warsam Shire (1988, Kenia); Her Blue Body, Ed. Flipped Eye, 2014

I
Madre dice que dentro de todas las mujeres hay habitaciones cerradas; cocina de lujuria,
dormitorio del duelo, baño de la apatía.
A veces, los hombres – vienen con llaves,
y a veces los hombres – vienen con martillos.

Vegetal

Vegetal

Como la erika
que antes de secarse
produce un hijo.
Pero también como la orquídea
orgullosa y sola.
Como el sauce
inclinado
hacia el río quieto.
Pero también como la grevilea
que enfrenta
los vientos más feroces.
Frágil como los pensamientos
a los que una ligera
lluvia aplasta.
Abierta como el paraíso
que juega
con las gotas.
Manos desconocidas
revolvieron el césped
donde escribí palabras.
¿Buscaban tesoros ocultos?
Soy hosca
como el cactus.

Estela Figueroa (1946, Argentina); de Profesión: sus labores. Extraído de  El hada que no invitaron: obra poética reunida 1985-2016, Ed. Bajo la luna, 2016.

Nostalgiar

Nostalgiar

Plataneros meciendo el corazón,
duendecillos de mimbre en las estufas
y el abuelo que vuelve de la mina
con pan de pajarines y meruéndanos rojos
(rojos eran tus labios cuando pescabas nubes,
de niño, por las Veigas).

Nostalgiar.

Crepitar de mazorcas en el horno.
Otoño en cucuruchos de papel.

Esta niña no sabe el padrenuestro,
ni la tabla del cinco,
ni estar sola.

El príncipe soltero del desván invisible.
Manchas chinas de aceite sobre papel de estraza.

Nostalgiar.

Quiero, abuela, hojaldres y una gripe,
cachorros callejeros a los pies de mi cama:
volver, lavarme el corazón con manzanilla.

Esta niña no sabe estar con nadie,
salirse de los cuadros del salón,
dibujar un sombrero… ni una boa.

Martha Asunción Alonso (1986, Madrid, España), Detener la primavera, Ed. Hiperión, 2011 (XIV Premio de Poesía Joven “Antonio Carvajal”)

Hombres al natural

Hombres al natural

Son seres grises,
inequívocamente masculinos,
que lo mismo me envían
algún ramo de rosas
con cuatro plenilunios de retraso,
que intentan sorprenderme
al llegar en su lata
(léase coche) último modelo
donde se sienten mágicos.

Seres brillantes,
portadores de un agua de colonia
que anuncia su presencia
con cuatro primaveras de adelanto;
hombres al natural, de calle y riesgo,
que buscan evadirse
llevándome a cenar. Puedo ingerirlos
antes de que caduquen,
pero se me indigestan
media hora después, y no merece
la pena estropear esa velada.

Madre Naturaleza,
los pones a mi alcance, y agradezco
tus sabias intenciones.
Pero yo siempre he sido
inequívocamente femenina,
y declaro ante ti que cada vez
es mayor la distancia que nos une.

María Sanz, (1956, Sevilla, España), Trilogía poética de las mujeres en Hispanoamérica (1. Picaras), Ediciones La Cuadrilla de la Langosta, 2004

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