El silencio
Todo el silencio de mi vida
está encerrado en un grano de ámbar.
Todo lo que callé y aún callaré
está escondido allí.
La sola voz desnuda que me obliga al secreto
y ni lágrimas vierte ni impaciencia,
es un punto negro dentro del amarillo fulgor
que el alma tiene,
una extensa planicie de oro en el desierto,
esférica y helada
con un solo habitante en su interior:
un pájaro gigante, muy lejano,
atrapado en la quietud de la resina,
derretidas las patas por el tiempo
y la mirada ingenua del que muere inocente.
Todo el silencio cabe en un segundo,
en un sueño,
en una seña,
o en el último estertor junto a otra boca.
Por eso escribo sin violar las leyes del silencio,
con la tristeza en flechas arrancadas del labio,
escarchada en cristales de azúcar y aguardiente
cual ramo de anís en la botella blanca
o faisana soñando solitaria
en los bajos espumeros de la sal.
Todo mi reino está rayado a esmeril
y es pasto del olvido,
costa brumosa surcada de aguanieves,
intenso mar que vive en mí
con la niebla y la sombra.
De sus playas extraje todo el ámbar,
de mi azotado corazón, todo el silencio.
Isla Correyero (1957, Cáceres, España); Mi bien. Ed. Visor, 2018
Magnífico.