Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

tristeza (Página 1 de 2)

Del destierro

Del destierro

Todo es materia de traición y tránsito
y quien diga otra cosa miente.
El verdadero fulgor es el de las sombras,
no hay otro resplandor que las cenizas.
Desde esta calle que un día fue páramo
y antes que páramo fue bosque
y primero que todo
deseo en tu palabra,
tiempo detenido en tu garganta
que finalmente tuviste que escupir al mundo, Padre,
vuelto la cabeza hacia aquel instante
y renuncio a las migajas de tristeza que me ofreces,
si son la última oportunidad de redención.
No voy a cultivar el llanto
ni pienso aceptar el consuelo de ese destierro.

Preguntas como ausencias
dudas como destierros
Llueve llueve no para de llover

Guadalupe Grande (1965-2021, Madrid); El libro de Lilit; Ed. Renacimiento, 1996. Premio de Poesía “Rafael Alberti” 1995.

Ella era una muchacha de ojos tristes

Ella era una muchacha de ojos tristes

como yo.
La vida se le escapó de un salto
y ya no pudo cogerla.

Ella era una poeta de ojos tristes
como yo
y encontró la paz
en una sola alcoba.

Ella me enseñó a cercar el silencio
y atarle dos lazos.

Cuando la luz se apaga
y no puedo dormir,
sus versos ahorcan
a mis fantasmas
y un súbito temor
invade mis pasos:
yo también vivo
encerrada en mi cuarto.

Mi cuerpo muere
cada día como un pájaro
somatizado,
no digo nada
y sigo rezando.

Noemí Trujillo (1976, Barcelona, España); Un lugar con nieve. Antología Poética (2008-2015), Ed. Playa de Ákaba, 2015

La espera

La espera

Los perros huelen la tristeza
pero no se la comen
a diferencia de cuando huelen el miedo
y muerden

quizá confundan miedo y tristeza,
como yo

no saben a cuál
hay que atacar.

Emily Roberts (1991, Ávila, España), extraído de Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española, Ed. Renacimiento, 2016

Hojas naturales

Hojas naturales

… o el arraigo, escribir en un espacio idéntico
siempre, casa o desvío.
José M. Algaba

Arrastro por los cambios un lápiz,
una hoja, tan sólo de papel, que quisiera
como de árbol, vivaz y renaciente,
que destilase savia y no inútil tristeza
y no fragilidad, disoluciones;
una hoja que fuese alucinada, autónoma,
capaz de iluminarme, llevándome
al pasado por una ruta honesta: abiertas
las paredes cegadas y limpia
la historia verdadera de las pintarrajeadas
artimañas que triunfan.
Hoja y lápiz, para un oído limpio,
curioso y desconfiado.

Ida Vitale (1923, Uruguay), Poesía reunida, Ed. Tusquets, 2017.

Emigrantes

Emigrantes

Llegamos al atardecer. Hacía frío.
Había esa luz dorada y como triste que va extendiéndose sobre los sentimientos de quien va buscando la misericordia de la vida.
Mamá nos hablaba con voz frágil colocándose el pañuelo de caballos y monedas, muy sensible, tal vez sentimental, recordando lo que habíamos dejado, con un brillo terriblemente oscuro en las pestañas.
Mi hermano, con sus gafas de niño antiguo y bueno nos miraba, callado, con aquella expresión de asombro y de tristeza que algunos hombres conservan para siempre.
Habíamos bajado del coche –el primer coche rojo que papá se compraba– y habíamos mirado alrededor
translimitando la realidad y la amargura.
Sólo mi padre, aparentando ilusión iba y venía, entusiasmado, de su coche al círculo de mi madre y los niños.
Iba y venía como mágico de la radio a mi cabeza, acariciándola, diciendo:
“Ven, mater amantísima, aquí está nuestro futuro. En este lugar tendremos muchos amigos y seremos felices. Ven.”
Yo, siempre dispuesta a dejarme convencer por la alegría, me fundí en mi padre imaginando el mundo lleno de regalos
que nos esperaba…

Ahora, apenas puedo recordar todos los años tristes lejanos que vinieron.

Éramos un grupo, aquella tarde, de emigrantes perdidos, de fantasmas ingenuos junto a un coche.

Isla Correyero (1957, Cáceres, España); Mi bien. Ed. Visor, 2018

Florecemos

Florecemos

A Cris, Luci, Moni y Sara.
A todas las mujeres que amo.
A mis amigas.

Estamos tristes.
Estamos casi derrotadas.
Pero estamos vivas.
Estamos juntas.

Repítelo.

Estamos tristes.
Estamos casi derrotadas.
Pero estamos vivas.
Estamos juntas.

Grítalo

Un grupo de mujeres avanza.
Cantan el mismo verso.
Levantan la cabeza.
Se agitan las faldas.

Están tristes.
Casi derrotadas.
Están vivas.
Porque están juntas.

Alejandra Martínez de Miguel (1994, Madrid, España); Báilatelo sola, Ed. Plan B, 2019

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