Podría ahora,
mientras un hombre duerme aquí a mi orilla
remontarme por el río de la sangre
hasta la piedra primera de mi especie,
hasta el vértigo inicial de una mujer ceñida
por los signos, apenas descifrables,
que fueron roturados en su cuerpo.
Mi madre, y la suya, y la suya de la suya,
se agachan despacio y miran en silencio,
se acuclillan despacio.
La mujer que es primera de mi genealogía
calienta en su entraña aquello que rezumo:
la tintura más roja de la sangre,
el ocre de la piel sobre sí vuelta
hasta alargar las manos y el deseo,
ese blanco sin adjetivos de las lágrimas
o la leche que nace por sí sola.
La palabra es una excrecencia más tardía,
no nos ha sido dada por igual,
ni siquiera en mi origen más cercano
se encuentra el don de hablar y conjurar la muerte.
Por eso estoy condenada a nombrarlas a todas.
Mª Ángeles Pérez López (1967, Valladolid, España); Tratado sobre la geografía del desastre, Ed. Verdehalago, 1997
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