Aprendiendo a leer el pasado y el futuro en las líneas de un poema

miedo (Página 1 de 3)

Amo lo que se hace lentamente

AMO lo que se hace lentamente,
lo que exige atención,
lo que demanda esfuerzo.

 Amo la austeridad de los que escriben
como el que excava en un pozo
o repara el esmalte de una taza. 

Mi habla es un murmullo,
una simple presencia que en la noche,
en las proximidades del vacío,
se impone por sí sola contra el miedo,
contra la soledad que nos revela
lo pequeños que somos. 

El poeta no ha elegido el futuro.
El poeta ha elegido descalzarse en el umbral del desierto.

Basilio Sánchez (1958, Cáceres, España); He heredado un nogal sobre la tumba de los reyes, Ed. Visor, 2019. XXXI Premio Loewe.

La espera

La espera

Los perros huelen la tristeza
pero no se la comen
a diferencia de cuando huelen el miedo
y muerden

quizá confundan miedo y tristeza,
como yo

no saben a cuál
hay que atacar.

Emily Roberts (1991, Ávila, España), extraído de Nacer en otro tiempo. Antología de la joven poesía española, Ed. Renacimiento, 2016

Patas arriba con la vida

Patas arriba con la vida

Sé que voy a morir porque no amo ya nada.
Manuel Machado

Moriré mortal,
es decir habiendo pasado
por este mundo
sin romperlo ni mancharlo.
No inventé ningún vicio,
pero gocé de todas las virtudes:
arrendé mi alma
a la hipocresía: he traficado
con las palabras,
con los gestos, con el silencio;
cedí a la mentira:
he esperado la esperanza,
he amado el amor,
y hasta algún día pronuncié
la palabra Patria;
acepté el engaño:
he sido madre, ciudadana,
hija de familia, amiga,
compañera, amante.
Creí en la verdad:
dos y dos son cuatro,
María Mercedes debe nacer,
crecer, reproducirse y morir
y en esas estoy.
Soy un dechado del siglo XX.
Y cuando el miedo llega
me voy a ver televisión
para dialogar con mis mentiras.

Mercedes Carranza (1945, Colombia), Tengo miedo, Macchi Grupo editor, 1993

Nunca he llegado demasiado lejos cuando he huido

Nunca he llegado demasiado lejos cuando he huido
acaso unas calles varios árboles más allá
pocos pasos nada casi nada
Más que un temor difuso a la oscuridad del monte
me regresa
el pavor tangible que le tengo al amo
Eso lo sabe mi dueño
—vuelve a estar cerca
huele mi miedo—
que a lo largo de los años
en su acecho se disfraza
con diferentes rostros sexos cargos capas
nombres

Carmen Camacho (1976, Jaén, España), Campo de fuerza; Editorial Delirio, 2012

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