Dejaste de escribir

Canciones intocables, lugares anchos y largos,
cervezas abiertas cuando teníamos veintidós
y las conversaciones duraban y duraban.
¿Qué te puso tan triste, que dejaste de escribir
esos poemas que nos gustaban tanto?
De las fiestas de aquel verano largo
recuerdo una. Cerca del final,
cayó un aguacero cálido de pronto,
rompió los toldos, desbordó la piscina.
Tú saliste a bailar casi desnudo, riendo como un loco.
En medio de la calle saltabas en los charcos.
Terrible hermano:
los jóvenes heridos también somos jóvenes.
Te fuiste pisando sitios que el sol no tocaba nunca.
Casas, prados, otros trenes
pasaron en el viaje del que vuelves.
En el porche desconchado ahora crecen aloes
y geranios enredados solo en sí mismos.
El frescor sigue llamando a la siesta.
Aunque ya nadie lo escucha, sigue llamando.

Vicente Monroy (1989, Toledo, España); Las estaciones trágicas; Suburbia Ediciones, 2018